Altos cargos de la Consejería de Presidencia amagan con deserciones. El motivo es la estrategia radical de Quim Torra, cada vez más solo por su sometimiento a Junts per Catalunya/Crida. Esa servidumbre a Waterloo, esto es, a las directrices de Carles Puigdemont, han abierto los ojos a varios miembros de su equipo y responsables del ámbito de la comunicación, perplejos ante la gestión que Torra ha hecho de su reunión con Pedro Sánchez, la celebración del consejo de ministros el 21D y, sobre todo, la invocación de la violenta vía eslovena para lograr la independencia de Cataluña.
Imagen del cartel amenazante de los CDR contra el Consejo de Ministros de Barcelona el 21 de diciembre
Torra está cada vez más solo. Y no solo por el desmarque de su socia de Govern, ERC, que ha dado la espalda a las últimas soflamas secesionistas de los neoconvergentes, como el citado modelo esloveno o la huelga de hambre de los presos. Hace tiempo que la consejera de Presidencia, Elsa Artadi, está más centrada en la negociación con el Gobierno, algo inherente a su responsabilidad institucional. Pero es que, según algunas fuentes, otros miembros de la guardia pretoriana de Torra comienzan también a marcar distancias, como es el caso de Jaume Clotet, uno de sus gurús ideológicos, más próximo ahora a Artadi, hoy por hoy un valor en alza en el complejo espectro postconvergente.
Torra pierde el control de la calle
Ese tacticismo se está haciendo extensivo a otros altos cargos, que temen por su futuro. Profesionales algunos de ellos del sector de la comunicación, creen que los aspavientos de Torra les perjudica. No es ajeno a ese malestar el hecho de que dirigentes independentistas y opinadores afines al procés hayan intensificado sus críticas a la actitud de Torra, tanto en sus explicitadas dudas sobre la reunión con Sánchez como en su apoyo a los Comités de Defensa de la República (CDR). Éstos han convocado movilizaciones de cara el 21D, a las que se han sumado Arran --los cachorros de la CUP-- y la Assemblea Nacional Catalana (ANC).
Una postura, la de Torra, arriesgada, ya que el Govern cada vez tiene menos ascendente sobre los grupos más violentos. Ya no cuenta con el apoyo de los cupaires, decepcionados con la incapacidad de Torra para implementar la república catalana. Los antisistema ya no quieren saber nada de una institución “autonómica” ni de negociaciones. Dicho de otra manera, Torra ha perdido el control de la calle. Pero Puigdemont insiste en la necesidad de colapsar Barcelona este viernes. "El día que vienen a hacer una provocación les tenemos que desbordar con civismo. El desbordamiento de civismo con el que no cuentan es el que se han de encontrar el día 21. El mundo nos mirará atentamente".
Contactos con un 'headhunter'
Esos altos cargos al borde del motín, explican fuentes parlamentarias, han trasladado a diversos interlocutores que barajan "muy seriamente" dimitir de sus cargos. Tildan de “caóticas” las declaraciones de Torra, que incluso van más allá de las posturas irredentas de JxCAT y La Crida. Temen, en definitiva, que su asociación con el president les perjudique laboralmente. “Algunos de ellos han intentado contactar con un conocido headhunter”, añaden esas fuentes.
Ese descontento ha generado sorpresa en el Palau de la Generalitat. De momento, esos cargos siguen en sus puestos.