El gen convergente tiene una querencia por el poder. Muchos lo intentan, y pocos consiguen un cambio que represente una forma de hacer distinta. La vorágine política que se ha vivido en los últimos años en Cataluña propició un descalabro electoral de la Convergència tradicional a favor de ERC. Los escándalos del caso Palau y el caso 3% dieron la estocada final a una marca electoral cuyos responsables lavaron la cara y transformaron en PDeCAT, con los diferentes pasos al lado de Artur Mas. Pero la casta convergente sabe cómo adaptarse a los nuevos tiempos.
Los traspiés electorales y el trasvase de votos a los republicanos han propiciado una pérdida de representantes públicos, pero los de Oriol Junqueras no han sabido usar su fuerza en las urnas en un momento de cambio crucial para el mapa económico-político de Cataluña. Se han proclamado ausentes en la renovación de las grandes instituciones empresariales del territorio, campo para una pugna entre los candidatos del empresariado catalán y de los ejecutivos que se han movido en la órbita de CDC por el momento se salda a favor de los segundos. Algo parecido a lo que ocurre con la confección de las listas para las locales de mayo, aunque parece se acerca un cambio importante en Barcelona, con la candidatura republicana que encabeza Ernest Maragall, mientras en el mundo postconvergente no aparece un rival potente, a la espera de lo que haga y con qué candidatura Ferran Mascarell.
Órdago de Artadi a Valls
En este proceso de cambio destaca un nombre. El de la consejera de Presidencia y portavoz del Gobierno catalán, Elsa Artadi. La pupila de Andreu Mas-Colell se erigió a finales de 2017, en el momento de máxima tensión por el procés, como la fiel escudera de Carles Puigdemont. Pero con el paso de los meses ha demostrado tener voz y voto propio. Una forma de hacer muy personal en la que huye de las voces más radicales del Ejecutivo del que forma parte e intenta mantener una buena imagen ante las cámaras, al mismo tiempo en que se convierte en la abanderada del diálogo con Madrid.
Este perfil negociador ha quedado aparcado cuando se han empezado a mover las fichas tanto de Fira Barcelona como de la Cámara de Comercio de Barcelona, la principal organización de dinamización empresarial de Cataluña. Artadi no dudó en lanzar un órdago a Miquel Valls para proclamar a Pau Relat candidato a la presidencia de Fira, indican fuentes empresariales. A pesar de que las formas del proceso han propiciado un incendio en el seno de la institución público-privada que por ahora no se ha saldado.
Pau Relat, consejero delegado de MatHolding y futuro presidente de Fira Barcelona / EP
El aún presidente de la Cámara de la capital catalana, el que debe poner un nombre a la Generalitat y al Ayuntamiento de Barcelona para que den su visto bueno (una iniciativa que es consensuada de forma previa tal y como marca la liturgia electoral en la institución público-privada), se había resistido hasta la fecha a las demandas convergentes. Pero ha dado finalmente su brazo a torcer ante un argumento incontestable de la consejera: si la Generalitat da oxígeno económico a Fira, su voz debe prevalecer en la elección. Mientras, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se ha inhibido de esta batalla por estar centrada en la estrategia para retener al consistorio catalán en las locales de mayo. Artadi, que ha mantenido diferentes reuniones con Relat, no dará su brazo a torcer.
Perfil ‘convergente’
La apuesta de Valls, y por ende la del empresariado catalán, era que el presidente de Telefónica, Kim Faura, tomara el testigo de José Luis Bonet y pusiera su conocimiento y sus contactos al servicio de Fira en un momento muy delicado para su futuro. La institución se despedirá en 2023 del Mobile World Congress (MWC), su principal vía de ingresos, y debe buscar o dar forma a un salón de la innovación que mitigara el impacto que supondrá para sus cuentas.
El reto le venía como anillo al dedo a este ejecutivo, cuyos conocimientos del sector y su labor institucional e internacional no le vienen de nuevo. Pero falló en su perfil político, ya que no es un empresario que forme parte del entorno convergente que intenta consolidar unas cuotas de poder en Cataluña que nunca ha abandonado. Un grupo que se mueve en el entorno de la patronal nacionalista Femcat.
El poder de Femcat
Liderada precisamente por Relat, la mayoría de los miembros de esta organización no esconden su defensa de las tesis independentistas. Pero este posicionamiento político no marca únicamente su programa de actividades como sí ocurre con el Cercle Català de Negocis, la entidad de la que surgen impulsores de la Crida Nacional per la República como Míriam Nogueras. “Somos empresarios con compañías y sabemos lo que es impulsar un negocio, lo que buscamos es mejorar el país”, indican fuentes de Femcat. Reivindican que su papel es el de ejercer de lobby, no de hooligan político.
La diferencia no es menor. Este grupo está formado por ejecutivos convergentes de toda la vida. Los votantes tradicionales de CiU que tampoco se han sentido cómodos en los momentos de mayor tensión del procés porque han sufrido en carne propia sus consecuencias. Cuestión que pesará en buscar a un sustituto a Relat, ya que en breve se vencen sus dos años de mandato. No esconden que la presión que supuso en el mercado interno les pasó factura y que a ello se les debe sumar el boicot de sus negocios en el resto del Estado al llevar la etiqueta de empresarios independentistas.
Las medias verdades de Crous
La misma que se intenta sacar de encima el último candidato que se ha lanzado a la carrera de la sucesión de Valls en la Cámara de Comercio de Barcelona, Enric Crous. Ha sido Femcat la que ha dado forma a su propuesta para unas elecciones que aún no tienen fecha, pero desde la propia organización nacionalista reconocen que se guardará mucho de reconocerlo.
Enric Crous, director general de Cacaolat en la presentación de su candidatura a la Cámara de Comercio de Barcelona / CG
El aún director general de Cacaolat se rodeará de empresarios de esta entidad, aunque también se ha acercado a Pimec para poder justificar que lidera una lista “transversal”. La misma bandera que esgrime el candidato que cuenta con el apoyo de Valls, el banquero Carles Tusquets. Ramón Masià y José María Torres también concurrirán en unos comicios que aún no tienen fecha.
Impugnación de las elecciones camerales
Artadi tiene poco que hacer en este sentido, más allá de haber dejado claro a todos los implicados en el proceso que piensa apoyar a Crous. Es la consejera de Economía y Conocimiento, Àngels Chacón, la que debe poner fecha a las elecciones. Aunque la decisión de promover el sistema de votación electrónica como sustituto de la elección por correo ha generado tanta polémica sobre la pulcritud del proceso que ha acabado con su impugnación.
Un elector llevó la decisión de la Generalitat ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que debe pronunciarse sobre la paralización de las elecciones que se ha solicitado como medida cautelar.
Palancas de poder
Es esa red de empresarios, ese tejido económico, la que deja constancia del poder convergente, que también está presente en colegios profesionales y universidades. Es precisamente lo que se ha propuesto, desde los últimos años, Esquerra Republicana: un cambio en el equilibrio de poder. Pero todavía no es efectivo.
Lo que ha hecho Esquerra es aprovechar sus palancas de poder, desde el Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, pero con efectos limitados. Domina la estructura de los mercados municipales, con cargos intermedios, pero no podrá dar el salto sin la alcaldía de la capital catalana y sin la presidencia de la Generalitat. Por todo ello, busca abrir una nueva etapa, el post-procés, que, sin dejar el proyecto independentista de lado, sí le permita reordenar el mapa económico-político del país.
Poder territorial
Ese nuevo equilibrio se pondrá en juego en las elecciones municipales. El mundo convergente, sea a través de Junts per Catalunya o de coaliciones con la Crida, el movimiento que ha puesto en pie el expresidente Carles Puigdemont, sigue dominando el “territorio”, con alcaldes y presidentes de diputaciones provinciales. Es el poder de siempre de Convergència desde la recuperación de la democracia.
Algunas voces empresariales y políticas apuntan una maldad: “No se sabe cómo pero el mundo postconvergente aún puede ganar en las elecciones a Esquerra, ya pasó el 21-D, cuando los republicanos daban por hecha su victoria”. Ese gen no abandona la batalla fácilmente. Quiso el poder en 1980, con Jordi Pujol, y lo ha sabido mantener, pese a tripartitos --de Pasqual Maragall y José Montilla--, o pactos con ERC. Siempre está ahí, y siempre tiene profesionales a disposición.