Los autodenominados Comités en Defensa de la República (CDR) han perpetrado este lunes una nueva acción intimidatoria contra la justicia. El colectivo ha llenado de heces varias puertas de juzgados catalanes en señal de protesta por el juicio abierto por la organización del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.
La llamada revolución de las sonrisas muestra su cara menos idílica que, en el caso concreto, se materializa con diversos sacos de heces en las puertas de juzgados como el de Granollers, Figueras o Gandesa.
Modus operandi
No es la primera vez que estos colectivos independentistas tienen el punto de mira a la justicia y a los jueces como parte de su estrategia para implementar de facto la supuesta república catalana. El objetivo que busca desprestigiar a la institución del poder judicial también se ha visto en otros casos, como el de la sentencia del caso como conocido de La Manada, en el que cinco hombres sevillanos fueron condenados por abuso sexual, Las juventudes de la CUP, Arran, aprovecharon el malestar que había generado la sentencia para atacar el juzgado de Granollers.
Asimismo, la vivienda del instructor principal del caso del 1-O, Pablo Llarena, en la Cerdanya también fue atacada por estos radicales. Su modus operandi es perpretrar estos ataques durante la noche, registrarlo en vídeo y difundirlo posteriormente por las redes.