La nueva medida estrafalaria de Colau: una moneda local para Barcelona
El rec, que ha empezado a circular este mes en 86 comercios de diez barrios del Besòs, ha suscitado suspicacias entre vecinos y conocidos economistas
10 octubre, 2018 00:00A pocos meses de finalizar su mandato, Ada Colau pisa el acelerador para implementar sus promesas de campaña con las que sacar pecho de cara a las próximas elecciones municipales.
Una de las propuestas de los comunes durante la campaña electoral de 2015 que suscitó un cierto debate fue la creación de una moneda local, a imagen y semejanza de otros proyectos similares realizados en diversos municipios europeos.
Fomentar el comercio de proximidad
La nueva moneda, bautizada como rec (recurso económico ciudadano), ha empezado a circular este mes de octubre en 86 comercios de diez barrios del Eje del Besòs, una de las zonas más desfavorecidas de la ciudad de Barcelona. El objetivo de la medida es fomentar la economía y el comercio de proximidad, y “conseguir que los gastos de la ciudadanía no vayan sólo a los grandes superficies o al comercio electrónico”, según afirmaba Gerardo Pisarello durante la presentación de la medida.
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, durante un pleno municipal / EFE
Para poner en circulación los primeros recs, el consistorio ha realizado el primer pago del 25% de la renta de inclusión municipal (el SMI) en esta moneda local. En concreto, se trata de 315 usuarios que han formado parte del proyecto B-Mincome, por el que han recibido formación sobre el funcionamiento de la aplicación. Desde la entidad gestora del rec calculan que “en el primer año de prueba piloto habrá 1,5 millones de euros en movimiento".
Promesas electorales
Esta primera apuesta de los comunes por la moneda local contrasta con lo prometido en su programa electoral de 2015 sobre esta medida. Su propuesta inicial incluía “otorgar parte de las subvenciones del ayuntamiento en moneda local”; pagar una parte de los sueldos de los empleados públicos en esta divisa o “favorecer a las empresas proveedoras del ayuntamiento que quieran cobrar parte o el total de sus ventas al ayuntamiento en moneda local”, entre otras.
Críticas de los economistas
El rec es una moneda digital que nace con el propósito de ser paritaria con el euro, una idea puesta en duda por Gonzalo Bernardos, profesor de Economía de la Universidad de Barcelona. Afirma que, como toda moneda, hay que fijarse en quién la respalda para asegurarse de que cumpla su función de depósito de valor. “¿Cuánto valdrá dentro de un año?”, se pregunta Bernardos, que especula con una posible pérdida de valor si los ciudadanos dejan de confiar en esta moneda. Además, se muestra escéptico sobre la función del rec: “¿Qué puede aportar que no tenga el euro? Con lo que costó unificar las monedas dentro de los estados en el siglo XIX…”, comenta. “Esta medida consiste en situar la ideología por encima del pragmatismo, todo es ideológico”, sentencia.
Salvador Guillermo, director de Economía de Foment, y el profesor de Economía y colaborador de 'Crónica Global' Gonzalo Bernardos / FOTOMONTAJE DE CG
Salvador Guillermo, director de Economía de Foment del Treball, también se muestra crítico con la moneda de Colau. Según él, la medida “no tiene una lógica clara”, y a la larga supondrá un “secuestro de la capacidad de compra” de sus usuarios. Guillermo cuestiona que se vaya a gastar más en los comercios de proximidad, tal y como defiende el consistorio. Según el economista, las personas con recs --de momento los receptores de la renta municipal garantizada-- se gastarán el dinero en lo que necesitan, tal y como hacían hasta ahora. Añade que suelen tener poca movilidad, por lo que apenas se notarán cambios en sus pautas de consumo. “No tiene sentido crear monedas locales, es un tema simbólico”, sentencia el economista de forma contundente.
Desconocimiento de los vecinos
Entre los vecinos del barrio del Besòs predomina el desconocimiento y la apatía en torno a la medida. Ni siquiera los clientes de algunos comercios donde se admite el rec son conscientes de la existencia de esta moneda local. Sin embargo, los comerciantes que aceptan este método de pago sí que defienden su implementación, y le auguran un buen futuro. Juan Antonio, que regenta el bar Mauri de esta zona próxima a La Mina, afirma haber cobrado varias veces en recs en el transcurso de la semana. Pero las clientas que se encuentran en el bar durante la mañana --todas ellas de la tercera edad-- pagan en euros, y no disponen de smartphones con los que poder pagar en recs. El sistema de pago se basa en la tecnología blockchain, el mismo que utilizan criptomonedas como el bitcoin. El funcionamiento, en caso de disponer de un móvil de última generación, es sencillo: permite realizar pagos entre el móvil del cliente y el de los establecimientos de forma instantánea y sin costes.
Imagen de uno de los comercios de Sant Martí donde se admite el pago con recs
De momento, el servicio sólo funciona para usuarios de Android, uno de los mayores inconvenientes que han destacado tanto vecinos como comerciantes del distrito de Sant Martí. Sandra, propietaria de una droguería del distrito del Besòs, explica que todavía no acepta el rec porque tiene un iPhone y la app no está disponible para este sistema operativo. “Desde el ayuntamiento me han asegurado que me dejarán un móvil Android de forma provisional, hasta que la app también esté disponible para iPhone”, comenta Sandra, poco antes de que llegue un técnico del Ayuntamiento de Barcelona con un móvil para prestárselo.
Ella ha sido una de las más activas en las reuniones informativas, y se muestra entusiasmada con la moneda local: “Atraerá gente a la tienda” afirma, mientras la cara de la carnicera --presente en la tienda-- contrasta con la suya. “El jueves perdí tres ventas de rec por no tenerlo aplicado” comenta Sandra, que destaca que son personas que no son clientes habituales, pero que se han acercado para gastar los recs que tienen porque los reciben con la renta municipal. “Si no, comprarían en el Alcampo o en el Mercadona”, sentencia.
La gente mayor
Una opinión diferente tiene Fina, la carnicera de este barrio humilde, que afirma estar “en la edad de jubilación y no estoy para estas cosas”. Ella pone en duda que se aumenten las ventas con el rec y cree que al final sólo comprarán con esta divisa unos pocos vecinos del barrio, que ya compran en estos establecimientos. Además, su caso muestra el gap tecnológico todavía existente de comerciantes y trabajadores que no están preparados para adaptarse a nuevas medidas que requieran unos mínimos conocimientos tecnológicos.
Pero es que hasta Sandra, por muy convencida que se muestre con el rec, ve inconvenientes en la iniciativa municipal. “El tema del cambio no lo veo muy claro, porque hay tiendas que no lo aceptan”, describe. “La carnicera no se ha acogido al rec. Yo, por ejemplo, que soy su clienta, los recs que reciba no me los puedo gastar en su carnicería. La frutera tampoco se ha acogido al rec. En la óptica sí, pero hasta que yo tenga que cambiarme los cristales…”, comenta Sandra, poco antes de ser atendida por un técnico municipal que asesora y ayuda a los comercios que han implementado el rec.