El presidente de la Generalitat, Quim Torra, y el vicepresidente, Pere Aragonès, han ofrecido hoy una imagen de unidad tras el enésimo enfrentamiento de sus respectivas formaciones, Junts per Catalunya y ERC, que ha vuelto a bloquear la actividad parlamentaria. Fuentes de ambas formaciones admiten de que se trata de un cierre en falso, que las diferencias se mantienen. "Hasta la próxima", asegura un dirigente independentista. De momento, se aleja el fantasma de nuevas elecciones. Hasta las sentencias del 1-O, que consideran "un punto de inflexión".
Torra y Aragonès se han reunido durante tres horas en el Palau de la Generalitat tras la crisis protagonizada entre JxCAT y ERC a cuenta de la suspensión de los diputados suspendidos por el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena. Ambos han admitido que los mecanismos de estabilidad gubernamental "es mejorable". Pero la culpa de todo es, de nuevo, del Estado. Por no hacer una propuesta para Cataluña --un referéndum-- y por los procesos judiciales contra políticos independentistas.
La insistencia de los neoconvergentes en desobedecer al magistrado ha tensado, de nuevo, las relaciones entre ambos socios de gobierno. Los republicanos intentaron aguantar la presión de sus socios, que le arrastran al desacato, pero, finalmente, el presidente del Parlament, Roger Torrent, aceptó el órdago de los convergentes y, en contra del parecer de los letrados del Parlament, aceptó la fórmula de delegación del voto de Carles Puigdemont, Jordi Turull, Jordi Sànchez y Josep Rull. Una fórmula que discrepa del acuerdo entre ambos grupos votado el pasado martes.
"Las discrepancias son legítimas"
Aragonès ha admitido que los hechos vividos ayer en el Parlament demeustran los acuerdos de estabilidad gubernamental “son mejorables”, por lo que nos conjuramos para reforzar ese mecanismo. “Las discrepancias son legítimas, también entre los socios de un Govern. Esa razonable que los partidos tengan visiones diferentes, nos conjuramos a mejorar la relación”. Ha anunciado que el Pleno del Debate de Política General que ha quedado aplazado por el enfrentamiento entre los socios, se reanudará lo antes posible.
Torra, por su parte, ha insistido en la situación de excepcionalidad, en referencia a "nuestros presos y exiliados políticos". “El 155 se mantiene, se intenta controlar las instituciones mediante resoluciones judiciales”, ha dicho el president. “Nuestro compromiso de seguir adelante es firme, no debemos hacer ningún paso atrás en el mandato del 1-O. Tenemos un plan de gobierno y ya hemos puesto en marcha algunos mecanismos”.
"Debemos insistir para hacer la república catalana, compartida por todos, de forma pacífica, como hemos hecho siempre, entre todos", ha concluido.
El punto de inflexión, coinciden ambos, será las sentencias del Tribunal Supremo sobre el procés, prevista para después de las elecciones municipales.
Las diferencias se mantienen
De esta forma, con esta solemne comparecencia conjunta, pasan de puntillas por unas discrepancias políticas. El núcleo duro de JxCAT no perdona a Torrent que impidiera la investidura a distancia de Puigdemont, lo que obligó a investir a Torra. De ahí la presión para que desobedezca en la Mesa del Parlament. Por otro lado, dentro de los neoconvergentes hay diferencias entre quienes apuestan por gobernar y dialogar, y quienes pretenden mantener el rumbo de colisión con el Estado.
Asimismo, el desmarque de PDeCAT y ERC del ultimátum de Torra al presidente Pedro Sánchez también demuestra esa fragmentación del mundo independentista. Aragonès, en ese sentido, ha abogado de nuevo por el diálogo, aunque ha precisado que el apoyo al Ejecutivo socialista "no puede ser gratis", en referencia a la petición de un referéndum de autodeterminación. El presidente catalán asegura que el secesionismo "esrá ahora más maduro".