Esquerra, a pesar de las dificultades del momento, mantiene una estructura interna jerarquizada y equilibrada. Siempre tendrá en su seno la semilla de la discordia, pero esta vez el problema no es interno. Los republicanos están a punto de estallar porque hay un ejército de Puigdemont que ha abrazado una máxima, “el cuanto peor, mejor”, como señalan dirigentes de Esquerra. Lo último, lo que lo puede desbordar todo, es la negociación sobre cómo suspender sin que se note a los diputados de Junts per Catalunya y de ERC que se encuentran en prisión.

Son diputados como Josep Costa, vicepresidente de la Mesa del Parlament, o el portavoz de Junts, Eduard Pujol, los que sacan de quicio a los diputados republicanos y a la cúpula, a los propios consejeros de ERC. Son activos, pero no quieren resolver nada, buscan argucias legales, pero no se conocen los trámites parlamentarios. Son, como fueron bautizados cuando comenzó la legislatura, “prepolíticos” a ojos de Esquerra, que, pese a todas sus contradicciones y errores, quiere iniciar una nueva etapa de gobierno con dos objetivos: gobernar y demostrar que se puede ser eficaz con la firma de un consejero de Esquerra, y que si se alcanza una mayoría “incuestionable” se podrá, en algún momento, negociar con el Gobierno español un posible referéndum.

Colapso

Junts per Catalunya no quiere nada de eso, según los dirigentes de Esquerra. Todo sigue pendiente de Carles Puigdemont, hasta tal punto que los roces también se ha  producido entre los consejeros de Junts per Catalunya. Mientras la portavoz del gobierno, Elsa Artadi, intenta ejercer algo que se parezca a la “gestión política”, el presidente Torra no tiene ninguna intención y sólo se dedica al activismo, en permanente comunicación con el vecino de Waterloo.

Esquerra, a lo largo de este jueves, con un Parlament paralizado, con una imagen de colapso, intentó ser valiente y forzó la posibilidad de convocar elecciones. Sergi Sabriá, el portavoz parlamentario, fue duro en las negociaciones, y, especialmente, Roger Torrent, el presidente del Parlament, que no se la quiere jugar. Esquerra desea proteger a Torrent, que puede ser un candidato necesario si las cosas se complican.

Puigdemont, nada que perder

Esa fuerza exhibida –por primera vez Esquerra comienza a mostrar el colmillo— llevó a los diputados de Junts per Catalunya a una primera cesión. Si Puigdemont no tiene nada que perder si se fuerzan elecciones, --que podrían coincidir con el inicio del juicio a los políticos presos, con él de candidato manteniendo la tensión con la justicia y el gobierno español— sus seguidores en el Parlament y en el Gobierno se lo piensan dos veces.

El problema es que la votación de este jueves puede ser algo decisivo. La mayoría independentista podría perder hasta cuatro votos, en función de cómo reaccione ahora la justicia ante la decisión tomada sobre la suspensión de los diputados y que no cuenta con el aval de los letrados del Parlament. Ante eso Esquerra sabe que difícilmente se podrá mantener la legislatura. Y si se ataca antes, si sabe explicar que es Junts per Catalunya la que lo obstaculiza todo e impide gobernar, puede salir beneficiada de esos nuevos comicios.

Los políticos presos

Lo que está en juego, el problema de fondo, es la situación de los políticos presos. Esquerra desea gobernar, iniciar una etapa de cierto entendimiento con el PSOE –que, en función de las encuestas, cuando convoque Pedro Sánchez las elecciones, tiene muchos números de seguir gobernando—y ver qué posibilidades hay para que Oriol Junqueras quede en libertad. Habrá un juicio, y los jueces tendrán la última palabra, pero lo que los republicanos tienen muy claro es que las imágenes de bronca, un Parlament paralizado, conatos y actos de violencia en las calles, todo eso no beneficiará ni a los políticos presos ni a la sociedad catalana en su conjunto, independentistas incluidos.

Pero Puigdemont, que sigue fuera de España, no está por la labor. Su guerra es diferente. Y presionará a los suyos para que le sigan.

Esquerra ha comenzado la cuenta atrás para decidir cuándo y cómo decide emanciparse de los “prepolíticos”.