El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es consciente de que poco podrá hacer para “normalizar” la situación política en Cataluña. Busca una aproximación con el Govern de la Generalitat, y, de hecho, las reuniones bilaterales entre ministros y consejeros autonómicos se han vuelto a producir. Pero la batalla sin fin entre el PDeCAT, los herederos de Convergència, maniatados por Carles Puigdemont, y los dirigentes de Esquerra Republicana impide cualquier salida política. La bronca de esta semana en el Congreso, entre los dos partidos independentistas, ha dejado graves secuelas, en el seno del PDeCAT, pero también entre el bloque independentista.
Elsa Artadi celebró la Diada este jueves en Madrid. Lo hizo al lado de la delegación del Govern, en la calle Alcalá, a poca distancia del Congreso. ¿Se reunió con el diputado Carles Campuzano, muy afectado por verse obligado a retirar una moción favorable al diálogo, acordada con el Gobierno del PSOE? No, ni lo saludó, ni tuvo un pequeño encuentro con él. Departió, en cambio, con Pilar Rahola y con Míriam Nogueras, la nueva jefa del partido y del grupo parlamentario, aupada directamente por Puigdemont, con quien habla por teléfono de forma directa. Rahola ha comenzado, además, a tener un mayor ascendente, ante la perplejidad de los diputados más veteranos. Con sus “amigas”, Artadi almorzó, y, posteriormente, por la tarde, junto a Ferran Mascarell, el delegado de la Generalitat y futuro alcaldable por Barcelona, protagonizó la celebración de la Diada, sin saludar a Campuzano.
Lentejas, las tomas o las dejas
El gesto evidencia el enorme malestar en el seno del PDeCAT, que únicamente había vehiculado una moción en el Congreso a finales del mes de junio, como un gesto previo a la entrevista que iban a mantener, el 9 de julio, el presidente Pedro Sánchez y el president Quim Torra. Una semana después a que se presentara esa moción, cuando también la había presentado Esquerra Republicana, el pleno del Congreso votó únicamente la firmada por el diputado republicano Joan Tardà, que no quiso negociar nada con el PSOE. “Como las lentejas, o las tomas o las dejas”, le dijo a José Zaragoza, el diputado del PSOE. Sin poder enmendar el texto, los socialistas votaron en contra, y la moción no prosperó.
La moción del PDeCAT, en cambio, al no tener grupo propio, se demoró y se vio, por una cuestión únicamente de calendario, esta semana. Esta vez, Zaragoza sí pudo pactar una enmienda con el PDeCAT, e introdujo la idea del “marco del ordenamiento jurídico vigente”, que el diputado Carles Campuzano aceptó.
El nerviosismo de Nogueras
Pero Esquerra no podía admitir que el PDeCAT liderara esa iniciativa. Y, con la excusa de la intervención de Zaragoza, dura (“los socialistas no somos independentistas”), como apunta con claridad, los republicanos decidieron abstenerse.
Sin embargo, el problema se situaba también en el seno del PDeCAT. Nogueras improvisó una rueda de prensa, cuando ya estaba todo acordado, ordenando que se retirara la moción. Había hablado con Puigdemont, y con David Bonvehí, quien, a su vez, había recibido indicaciones de Torra, que no deja de recibir órdenes de Puigdemont. Nogueras, quien el lunes en la reunión del grupo parlamentario se mostraba ausente, en el momento de discutir sobre lo que se iba a votar junto al PSOE, saliendo y entrando en la reunión, dejó en evidencia a Campuzano, después de la intervención en el pleno y de aceptar la enmienda del PSOE.
El papel de Coalición Canaria
En paralelo, el PSOE jugaba sus bazas, y tenía el voto de Coalición Canaria para, en caso de que Esquerra se abstuviera, se pudiera aprobar la moción. Para Sánchez era importante, y también para el PDeCAT, que quiere –una parte de sus diputados en Madrid— una salida política viable al conflicto catalán.
Pero con lo que no contaba el PSOE es con la negativa del PDeCAT en el último momento, con la retirada de la moción.
Caos total
El caos ahora es enorme. Artadi, la portavoz del Govern de Torra, desprecia al grupo parlamentario, Nogueras forceja con Bonvehí para controlar el partido en el territorio, como vicepresidenta aupada por Puigdemont, y Esquerra se lo mira todo pendiente de cualquier gesto para hacer exactamente lo contrario al PDeCAT.
La salida política en Cataluña depende, por tanto, como admiten las fuentes consultadas, de una vía de entendimiento entre los propios partidos independentistas que no existe todavía, al margen de lo que intente o pueda proyectar Pedro Sánchez.