El día 4 de septiembre, el independentismo dará el pistoletazo a un otoño caliente. Ese día, todo el protagonismo recaerá en el presidente de la Generalitat, Quim Torra, quien bajo el formato de conferencia de inicio de curso --tradicionalmente se celebra en el Palau de la Generalitat-- pondrá puntos sobre las íes a la estrategia secesionista.
Asimismo, el president dibujará la táctica que llevará adelante Crida Nacional per la República durante los totémicos actos que irán del 11 de septiembre, Diada de Cataluña, hasta el 27 de octubre, primer aniversario de la aprobación de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI): Pasando por la constitución oficial del movimiento nacional dirigido por Carles Puigdemont.
Sin embargo, los fieles de Puigdemont tienen una incógnita sobre la mesa: ¿Quién asistirá a la conferencia del president? La idea es que acudan a la cita representantes de la sociedad civil, algo que está en cuestión por la situación política y por la actitud del presidente Torra, que está más cerca del activismo irredento que de la posición institucional que debe tener el presidente de “todos” los catalanes.
Echar el resto
Por eso, los organizadores van a “echar el resto” en estos días para evitar que la conferencia de Torra quede deslucida por las ausencias. No quieren que se la juegue.
El objetivo de los secesionistas es mantener la agitación social durante este nuevo curso político, marcado por diversas conmemoraciones, y de paso tapar la división existente entre los partidos secesionistas. Mientras ERC y PDeCAT sueltan lastre de la radicalidad marcada desde la distancia por el fugado Puigdemont, Junts per Catalunya apoya la estrategia de la confrontación. Por su parte, tanto la CUP como las nuevas promesas del secesionismo --Jordi Graupera-- subrayan las contradicciones del independentismo oficial e instan al Govern a "dejarse de lazos amarillos" y dedicarse a implementar la "república catalana".
"Atacar España", fue la consigna lanzada el pasado viernes por el propio Torra, matizada ayer en un discurso donde habló de "acusar" al Estado de las "falsedades" de un proceso judicial que podría llegar a juicio antes de que finalice este año.
Termómetro electoral
Efectivamente, tras los procesamientos de los dirigentes independentistas que organizaron el 1-O, comienza la cuenta atrás para la vista oral. Previamente se habrán celebrado el primer aniversario de la DUI y del referéndum. Fechas muy señaladas en el calendario secesionista y que el Govern no piensa desaprovechar, pues se presentan como excelentes motivos de movilización ciudadana. JxCAT quiere medir la temperatura social del separatismo con vistas a un posible adelanto electoral, nunca descartado por Puigdemont, con la esperanca de poder ampliar su base social.
Más a corto plazo, y tras la conferencia de Torra, se celebrará la Diada de Cataluña, que desde 2012 ha dejado de ser una fiesta nacional catalana para convertirse en festejo independentista. Y aunque, con el paso de los años, las concentraciones han perdido fuelle, este año está previsto que tanto los partidos soberanistas como las entidades que tradicionalmente se han dedicado a organizarlas --ANC, Òmnium y Associació de Municipis per la Independència-- van a volcarse en ellas. A modo de precuela de la Diada, los días 6 y 7 de septiembre serán recordados por las traumáticas sesiones parlamentarias que se saldaron con la aprobación de la ley del referéndum y la ley de transitoriedad jurídica de la república catalana, suspendidas por el Tribunal Constitucional.