El expresidente catalán Carles Puigdemont, en una imagen de archivo / EFE

El expresidente catalán Carles Puigdemont, en una imagen de archivo / EFE

Política

Puigdemont arremete ahora contra sus propios fieles por dejarle sin escolta

Carles Porta, íntimo del expresident, critica al consejero Buch por “pedir permiso” al Gobierno y no seguir adelante con la seguridad del fugado en Bruselas

9 agosto, 2018 00:00

Los colaboradores de Carles Puigdemont son ágiles y se anticipan a los deseos del jefe. Puigdemont, que madura cómo pondrá en marcha el llamado Consejo de la República, desde Bruselas, a partir de finales de septiembre, está disgustado por cómo ha gestionado el Govern de la Generalitat la idea de tener seguridad en la capital belga. Y carga, a través de personas de su más estricta confianza, contra sus propios fieles en el Gobierno catalán, como es el caso del consejero de Interior, Miquel Buch.

Uno de los amigos íntimos el expresidente, con quien ha viajado y que ha llegado a ser una especie de consejero espiritual es Carles Porta, autor, además, del libro L’amic president (La Campana, 2016). Porta ha hablado por él, indignado por la pasividad, a su juicio, de la Generalitat respecto a la seguridad de Puigdemont. “Si el ‘ministerio no tiene nada que decir’, alguien del departamento de Interior debería explicar por qué ‘se pidió permiso’ a Madrid, sabiendo, además, que dirían que no. Mientras, al Molt Honorable President de la Generalitat Puigdemont le protegen voluntarios. ¿Quién manda, Miquel Buch o burócratas expertos en proteger su culito?”, asegura en las redes sociales, haciéndose eco de que los servicios jurídicos del Govern han considerado que el expresidente tiene derecho a tener escoltas y que Interior no se puede negar.  

¿Derecho a seguridad?

En esos informes jurídicos se señala que los expresidentes de la Generalitat tienen reconocido el derecho a beneficiarse de los servicios de seguridad necesarios para sus funciones. Y que la única excepción sería que el propio expresidente renuncie o que el Parlament, a través de una mayoría de dos tercios, lo remueva.

Lo que señala Porta es lo que viene defendiendo Puigdemont en los últimos meses y es que el Govern debería actuar con determinación, sin consultar al Gobierno español, en una especie de salto hacia delante, que, sin embargo, el Ejecutivo que preside Quim Torra, a pesar de seguir la misma retórica del expresident, no está dispuesto a ejercer.

Buch, tocado

Pero el toque de atención de Carles Porta demuestra que, entre las propias filas de Puigdemont, han comenzado a surgir dudas y formas de interpretar la nueva situación. Miquel Buch es un hombre de Puigdemont, pero ahora es el consejero de Interior, y no puede tomar decisiones que rompan el cierto compromiso adoptado con el Gobierno español que pasa por no traspasar las líneas rojas, no repetir los errores del otoño caliente de 2017.

Porta ha dado la señal de alerta. Puigdemont presionará y seguirá ofreciendo su idea de cómo hacer efectiva la República. Guionista, escritor y periodista, Carles Porta lo sabe todo del expresident. En el libro L’amic president, Porta explica la relación de Puigdemont con su esposa Marcela Topor; el grave accidente de carretera que sufrió entre Girona y Amer, y la complicada relación que siempre ha mantenido con su partido, Convergència, hasta el punto que lo ha anulado y descabezado para impulsar su movimiento político propio, la Crida Nacional per la República.

Salvar "el culito"

La aparición en escena de Porta constata que Puigdemont ha comenzado a confiar únicamente en un grupo muy pequeño de personas, y que, cuando no considera que tiene el apoyo suficiente, prescinde de sus colaboradores hasta ese momento.

Sus palabras evidencian que el independentismo se debate en una contradicción interna: o gobierno, gestión del día a día, o proceso de ruptura y desobediencia, o “salvar el culito”, en la Administración, o seguir adelante hacia la independencia. Ese es el esquema que plantea Puigdemont.