Carles Puigdemont tiene el dudoso honor de ser el líder político que más descontento genera a su alrededor. Su cesarismo, unido a la opacidad con la que pilota los designios de Cataluña, está generando desánimo y enfado a partes iguales en ERC y PDeCAT, cuyos miembros se preguntan desde hace tiempo si tanta lealtad a su candidato compensa.
Ese malestar se ha hecho extensivo incluso a sus incondicionales. Mientras que la CUP expresa su temor a que su “presidente legítimo” opte finalmente por un “gobierno autonómico” en lugar de plantar cara al Estado, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha decidido tomar medidas y someter al candidato a una especie de plebiscito entre sus afiliados.
Encuentro en Berlín
En lo que respecta a su núcleo duro, los apoyos ya no son tan pétreos como hace unos meses. “En Junts per Catalunya, cada uno va por su lado. [Eduard] Pujol, [Elsa] Artadi y [Agustí] Colomines comienzan a discrepar respecto a la estrategia a seguir y ya solo piensan en sí mismos”, explican a Crónica Global fuentes convergentes.
Con este telón de fondo se celebra hoy en Berlín una reunión del grupo parlamentario de Junts per Catalunya presidida por Puigdemont. Un cónclave que ha despertado una gran expectación pues, dado que el tiempo corre hacia el 22 de mayo –fecha máxima para formar gobierno si se quieren evitar nuevas elecciones--, el exalcalde de Girona estaría obligado a tomar una decisión respecto a si se presenta un nuevo candidato viable o si desafía al Estado presentándose él mismo de nuevo.
Artadi, molesta
Sin embargo, fuentes de JxCat aseguran que es poco posible que hoy se anuncien grandes novedades, y mucho menos el nombre de un nuevo presidenciable. A medida que pasa el tiempo, la lista de aspirantes crece: Elsa Artadi, Ferran Mascarell, Ernest Maragall, Antoni Morral, Marc Solsona, Marta Madrenas… Sin olvidar a los encarcelados Jordi Turull y Jordi Sànchez, cuyas investiduras fueron fallidas, pero sus nombres siguen encima de la mesa.
Precisamente ayer, una aparentemente indignada Artadi aseguraba en los pasillos del Parlament que ella ya advirtió de que no iba a ser candidata. Todas las miradas estaban puestas en ella, a quien eso de ser una presidenta provisional no agrada. ¿A quién puede gustar/aceptar ser el títere de Puigdemont?
A la espera de la justicia alemana
Sea por autoexclusión, sea porque el expresidente siempre jugó al despiste a la espera de que la justicia alemana le dé un balón de oxígeno, sea porque hay partidos interesados en quemar nombres, lo cierto es que no hay nada cerrado. Porque el líder de JxCat tiene la última palabra. Y aunque la paciencia de sus allegados comienza a agotarse, es difícil que alguien se atreva a contradecirle.
¿Gobierno o elecciones? Esa es la gran pregunta que toda España se hace ante un Puigdemont que insiste en arrogarse el derecho a administrar sus tiempos y aprobar una reforma de la ley de presidencia y del Govern con la finalidad de poder ser investido a distancia. Sea ahora, sea en varios meses, si se soslaya la actuación del Gobierno y del Tribunal Constitucional.
El Parlament, dividido
Un Parlament, de nuevo partido en dos, aprobó ayer esos cambios legales gracias a los votos de JxCat, ERC y CUP.
Y si el ordeno y mando de Puigdemont comienza a provocar estragos entre sus filas, en la oposición genera indignación, como ayer se pudo comprobar en los discursos de Ciudadanos, PP, PSC y Catalunya en Comú.