Los Mossos d'Esquadra rodean a los CDR en el Museo de la Música en Barcelona / CG

Los Mossos d'Esquadra rodean a los CDR en el Museo de la Música en Barcelona / CG

Política

La ANC y la CUP pugnan por el control de los CDR

La espontaneidad de muchos miembros que quieren realizar “acciones directas” sorprende a las entidades soberanistas y a los antisistema, que desean capitalizarlas

14 abril, 2018 00:00

En las escuelas que organizaron la “defensa” de las urnas, durante el referéndum del 1 de octubre, aparecieron jóvenes y adultos, que se presentaban como miembros de los comités de defensa del referéndum. Surgieron para organizar las distintas actividades, jugando con la denominación de los comités de defensa de la revolución cubana. Ahora, eso se ha transformado en los defensores de la república (CDR), con la vigilancia de la policía, por sus últimos actos durante la Semana Santa, pero también bajo la atenta mirada de las entidades soberanistas, como la ANC y la CUP, que quiere ser la punta de lanza de un movimiento en las calles que pueda poner contra las cuerdas al Estado español.

Las distintas decisiones judiciales --la última ha sido la puesta en libertad de la supuesta coordinadora de los CDR Tamara Carrasco— han dejado a esos miembros en una situación delicada: “Ha sido una advertencia, un aviso para mostrar que la justicia estará muy encima”, señala un dirigente de las entidades soberanistas. ¿Pero qué se mueve en ese magma independentista? ¿Quiénes son?

Dejar la estética

La Assemblea Nacional Catalana, la ANC, que dirige ahora la economista Elisenda Paluzie, es el verdadero catalizador de todo el movimiento independentista. En el último año, sin embargo, con Jordi Sànchez como presidente, se generó un cierto malestar por parte de los más jóvenes, partidarios de mostrar un mayor brío en la esfera pública, de dejar las manifestaciones de gran colorido y estética para pasar a la acción. Y para eso, de hecho, ya se había preparado la CUP, con sus organizaciones paralelas como Arran.

Los comités de defensa de la república responden, por tanto, a dos lógicas distintas. Por una parte, es la CUP la que tira del carro, y cuando toca el pito, sus miembros se movilizan por todo el territorio. La CUP, que se ha incorporado de forma reciente a las instituciones, tiene, sin embargo, una larga trayectoria en el ámbito municipal en todo el territorio catalán, con organizaciones como Endavant. Atraen a los jóvenes de muchos pueblos y ciudades pequeñas, y ahora han entrado en una cierta contradicción con la ANC, que pretende, precisamente, salir a escena y apretar el acelerador, pero que tiene muy claro, según fuentes de la entidad, que se debe “evitar cualquier acción violenta, cualquier posibilidad de que se criminalice el movimiento independentista”.

Anonimato

Hay en todo el territorio más de 300 comités, que se organizan en núcleos locales, de barrio, comarcales y sectoriales. También se han constituido en París, Bruselas, Berlín o Londres. En un informe de la Guardia Civil se quiso poner caras a algunos de esos miembros de los comités, como la filósofa Marina Garcés, el director de Fundipau, Jordi Armadans, o el diputado de ERC Ruben Wagensberg, sobrino del recientemente fallecido Jorge Wagensberg, divulgador científico. Pero el anonimato es la norma de ciudadanos que se organizan de forma espontánea, aunque haya un núcleo duro que sí obedece a las pautas de movilizaciones urbanas que propone la CUP.

El movimiento independentista está experimentando una evolución constante, que puede oscilar hacia una mayor radicalidad, o hacia un cuerpo central que prefiera volver a gobernar las instituciones. Por eso, la disputa ahora entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya, con un nutrido grupo de diputados que rodean a Carles Puigdemont, partidarios de forzar la máquina, se extiende al activismo. Y ahí surge esa disputa: gente de mediana edad, con más tiempo, que sale de las filas de la ANC, y quiere “más marcha” y jóvenes activistas que ven en la CUP la fuerza política que debe sacar rédito a la actual situación.

"Nunca violento"

Existe un límite, una línea roja para todos, según las fuentes consultadas: “En ningún caso se asemejará a la kale borroka, para nada será violento”.

Todos ahora, policía, jueces, partidos políticos y los propios miembros de entidades como la ANC fijan sus ojos en los comités, que, principalmente, protagonizan acciones propagandísticas en todo el territorio, pero que son capaces de cortar carreteras y levantar las barreras de los peajes.