¿Qué alicientes tiene el independentismo para formar gobierno ahora? “Muy pocos o ninguno, después de la represión del Estado”, sostienen fuentes de los partidos independentistas. La decisión de la justicia alemana ha cambiado las cosas de una forma radical. Y ahora o el juez Pablo Llarena permite la investidura de Jordi Sànchez, en el pleno previsto para este viernes, o Puigdemont conducirá al independentismo a nuevas elecciones. Es lo que defiende el propio expresidente y los diputados del núcleo duro de Junts per Catalunya.
Esa estrategia apenas la puede frenar el PDeCAT y tampoco Esquerra. Los dos partidos han quedado debilitados por la fuerza de Puigdemont. Los republicanos no tienen dirección, con Oriol Junqueras en la cárcel y Marta Rovira en Suiza, aunque buscan cómo reorientar su estrategia con Pere Aragonés. Pero, aunque tienen muy claro que se debe formar gobierno cuanto antes, se ven desbordados por el ascendente del expresidente, avalado por la decisión de la justicia alemana.
Contra el Estado
En el caso del PDeCAT esa imposibilidad de frenar a Puigdemont es más acentuada. Su coordinadora general, Marta Pascal, no es diputada. Y Puigdemont ha logrado que se ponga en duda el propio futuro del partido, para refundarlo a partir de Junts per Catalunya. Para ello cuenta con un nutrido grupo de diputados, que, al ser cooptados por el expresidente, han ligado su suerte a él, y tienen un punto de partida “prepolítico”, como señalan fuentes independentistas. Es decir, no anteponen la defensa del partido, sino el enfrentamiento contra el Gobierno español, que supone la figura de Puigdemont.
Por ello, y aunque fuera por un elemento externo con el que no se contaba, como ha resultado ser la decisión de los jueces alemanes de no extraditar a Puigdemont bajo el delito de rebelión, el independentismo tiene ahora una causa clara: un pulso con el Estado, esperar cómo se desarrolla todo el proceso judicial, y forzar nuevas elecciones.
Dejar en evidencia a Llarena
En esas elecciones, Puigdemont podría ser elegido como presidente, porque, al no ser procesado por rebelión, no sería suspendido de forma automática en sus funciones como diputado. Y, según en que momento del proceso se encuentre, Puigdemont podría ser candidato desde la prisión o en libertad.
Por el momento, maniobras de distracción. Ahora se trata de investir a Jordi Sànchez, para mostrar que el juez Llarena “queda en evidencia” ante Naciones Unidas, cuya comisión de derechos humanos se ha interesado por el caso, aunque sus decisiones no son vinculantes para el Gobierno español.
Esperar al 22 de mayo
En un clima enrarecido por las acusaciones y las detenciones de miembros de los CDR, el independentismo se cohesiona y se cierra en banda alrededor de Puigdemont. Sin gobierno, con el 155 vigente, la consigna es ganar tiempo, y si para el 22 de mayo no hay presidente de la Generalitat, se convocarán elecciones otra vez, como marca la ley, sin ninguna perspectiva de que los resultados que arrojen puedan solventar la situación de bloqueo.
Lo único que podría parar esa circunstancia, curiosamente, sería que Llarena permitiera la investidura de Sànchez.