Ausencia de relato. Ese es el reproche que algunos sectores del PP catalán hacen a la Moncloa en general y a Jorge Moragas en particular. Desde hace cuatro meses, el ex jefe de gabinete de Rajoy ocupa el cotizadísimo y rimbombante cargo de Embajador Representante Permanente de España ante las Naciones Unidas. Un organismo cuyo Comité de Derechos Humanos emitió el pasado 23 de marzo una resolución en la que defendía los derechos políticos de Jordi Sànchez, dirigente independentista que aspira a ser investido presidente de la Generalitat el próximo viernes a pesar de estar encarcelado en Soto del Real.
El mundo independentista ha sabido exprimir muy bien esa interlocutoria, sin una réplica adecuada por parte de Moragas. Así lo afirman tanto los citados dirigentes del PP como profesionales independientes que asesoran al partido en Cataluña.
“Es injusto culpar a Moragas de la falta de relato. No es su papel salir a dar la cara, sino realizar una labor de campo en Naciones Unidos”, explican a Crónica Global fuentes del entorno del diplomático. Añaden que la resolución de la ONU fue elaborada en Ginebra, la ciudad suiza donde el Comité de Derechos Humanos tiene sus oficinas, mientras que Moragas está instalado en Nueva York, donde está la sede central de Naciones Unidas. “Hacer pedagogía sobre la situación del procés correspondía, en este caso, al embajador suizo”, afirman las mismas fuentes.
Residencia y sueldo de lujo
Moragas (Barcelona, 1965) fue nombrado embajador español ante la ONU un día después de las elecciones catalanas del 21D, en las que el PP sufrió un enorme batacazo. La lujosa residencia del diplomático en Nueva York, así como el sueldo asignado –unos 200.000 euros al año— le colocaron bajo el foco mediático.
Aunque él mismo se empeñó en asegurar que la decisión estaba tomada desde hace un año, su marcha fue interpretada en algunos ámbitos como resultado de su fracasado papel de enlace entre Cataluña y la Moncloa. El ex jefe de gabinete de Mariano Rajoy había ido reduciendo sus viajes a Cataluña en plena crisis independentista. Algunos sectores del PP catalán habían expresado su malestar por la despreocupación exhibida por Moragas ante situaciones críticas como la celebración del referéndum del 1-O.
“No pasa nada si se colocan cuatro urnas”, comentó en una de las reuniones previas a la consulta. En realidad, Moragas no es el único dirigente popular partidario de bajar la tensión y eludir la provocación independentista. La fracasada “operación diálogo” era secundada, entre otros, por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, mientras que otros sectores apostaban por medidas más contundentes, incluida la aplicación de un artículo 155 de la Constitución menos tibia –abogaban por intervenir TV3 y la educación-- y más duradera en el tiempo.
Dastis toma el mando
Moragas, diplomático de carrera, aspiraba a ser ministro de Asuntos Exteriores, cargo que tras la destitución de José Manuel García-Margallo fue asumido por Alfonso Dastis. Rajoy ofreció otra cartera más técnica a Moragas, pero éste la rechazó.
Dastis ha cogido las riendas del control internacional del conflicto con la finalidad de neutralizar el eco mediático que ha tenido la puesta en libertad de Carles Puigdemont por orden de la justicia alemana y la citada resolución de Naciones Unidas sobre los derechos políticos de Sànchez. El ministro ha mantenido reuniones con embajadores y cónsules acreditados en España. En paralelo, los encuentros de ministros españoles con corresponsales extranjeros se han intensificado. A juicio de algunos dirigentes del PP catalán, esa contraofensiva llega tarde.