Cataluña sigue sin presidente ni gobierno, pero los partidos independentistas se reparten cargos. Y en ese pulso por controlar los departamentos de la Generalitat afloran viejas rencillas y, sobre todo, las ya atávicas luchas intestinas entre convergentes y republicanos.
El último frente abierto entre los llamados a ser socios del nuevo ejecutivo tiene un nombre propio: Antoni Castellà. El exdirigente de UDC, independentista converso y líder de Demòcrates, intenta retener su patio trasero en el Govern. Esto es, la decena de cargos que, desde la época de Andreu Mas-Colell, exconsejero de Economía, ocuparon los democristianos en el negociado de Universidades. Esta área pasaría posteriormente a la Consejería de Empresa y Ocupación, que en el futuro gobierno catalán estaría dirigida por Junts per Catalunya.
Fuentes próximas a esta órbita independentista aseguran que tanto Elsa Artadi, valor en alza de la nueva Convergència y miembro del núcleo duro de Carles Puigdemont, como PDeCAT se han conjurado para retirar a Castellà esa parcela de poder mantenida durante años. "Artadi y PDeCAT se han tomado como algo personal echar a Castellà y a los suyos", aseguran las mismas fuentes, tras subrayar que ésta es la verdadera razón por la que el exdirigente de Unió, que ocupó la secretaría de Universidades entre 2010 y 2015, amenaza con escindirse de ERC –formó parte de la lista republicana en las elecciones del 21D— y pasar al grupo mixto en el Parlament.
Presionar para mantener su parcela de poder
“El amago de Castellà busca presionar a ERC para mantener su parcela de poder, pero también podría haber pactado con Puigdemont retener ese negociado a cambio de pasar al grupo mixto y debilitar al partido republicano”, explican fuentes conocedoras de la situación.
Demòcrates solo tiene dos diputados actualmente y el tiempo dirá si puede mantener ese pulso. La versión oficial sobre ese posible plante responde a la propuesta de Gerard Ardanuy, portavoz de Demòcrates en el Ayuntamiento de Barcelona, de someter a una consulta de la militancia la vigencia del acuerdo electoral con ERC. Según expuso a la federación de Barcelona del partido, los republicanos no cumplen con el primer punto del pacto, según el cual, ambos partidos se comprometen a implementar la república catalana como nuevo estado de Europa.