Hace tiempo que Ada Colau perdió su tirón político y mediático. De hecho, logró la alcaldía de Barcelona en 2015 a rebufo de la efervescencia podemita, pero no obtuvo la mayoría suficiente para tener un gobierno estable. Tres años y dos desastrosas elecciones autonómicas después, la nueva confluencia de la izquierda catalana no levanta cabeza. Colau lo sabe y por eso optó por borrarse de la campaña electoral del 21D. Y ahora podría plantearse si también desaparece de la futura candidatura a la alcaldía barcelonesa.
Fuentes próximas a la dirigente de Barcelona en Comú aseguran que Colau ha expresado sus dudas respecto a la conveniencia de repetir como cabeza de lista, ya que los sondeos electorales no son halagüeños para su partido. El miedo al sorpasso de Ciudadanos, pero, sobre todo, a que las urnas le pasen factura por su fallida gestión municipal, estarían detrás de esa posible renuncia. Colau no ha cumplido con promesas electorales presentadas como señas de identidad –más vivienda social, menos desahucios, municipalización del agua--, al tiempo que la tozuda realidad le obligaba a recular en propuestas tan populistas como la renuncia al Mobile World Congress.
Pisarello, Asens, Pin...
Asimismo, la convivencia de la alcaldesa con sus socios de confluencia de izquierdas, ICV y Podemos, es cada vez peor. Tal como informó este medio, las relaciones con las ecosocialistas Laia Ortiz y Janet Sanz, segunda y cuarta teniente de alcalde del ayuntamiento, respectivamente, están muy enconadas. Ambas pertenecen a un partido que ha sido crítico con el coqueteo independentista de Colau y sus adláteres --¿posibles sucesores?-- Gerardo Pisarello, Jaume Asens y Gala Pin.
Soltar lastre de marcas incómodas se ha hecho extensivo a Podemos, con cuyo líder, Pablo Iglesias, ha roto su idilio Colau. O las cosas cambian o afrontar unas elecciones en esta crispación no es la mejor tarjeta de presentación para la otrora lideresa de la nueva izquierda catalana que un día aspiró a dar el salto a Madrid.
Forn 'versus' Munté
Colau se suma así al baile de candidatos de las próximas elecciones municipales. Tras la renuncia de Xavier Trias, exalcalde de Barcelona, a repetir como cabeza de lista, PDeCAT ha anunciado un proceso de primarias para elegir candidato. Neus Munté, la exconsejera de Presidencia que saltó del Govern por sus desavenencias con Carles Puigdemont, ha oficializado su candidatura. Sin embargo, en el partido están convencidos de que el gran tapado es Joaquim Forn, que ya apuntaba como cabeza de lista, pero que se encuentra en prisión preventiva por los presuntos delitos que cometió en el procés. Falta más de un año para la celebración de elecciones municipales, por lo que es fácil presuponer que el exconsejero de Interior y exconcejal podría quedar en libertad.
Colau siempre ha aspirado a formar un tripartito municipal con PDeCAT y ERC, formación esta última que tiene a Alfred Bosch como principal referente. Todo apunta a que el republicano será cabeza de lista, al igual que Jaume Collboni por el PSC. Su pacto de gobierno con Colau fue breve, pero evidenció la experiencia de gestión de los socialistas ante la bisoñez de los comunes.
Fernández, después de Semana Santa
Donde puede haber también cambios es en Ciudadanos. El partido se encomienda a las primarias, pero suena con fuerza el exdiputado Jordi Cañas –liberado de sus problemas con la justicia-- como sustituto de Carina Mejías.
La gran incógnita es Alberto Fernández, el candidato más veterano y líder del PP en el Ayuntamiento de Barcelona. Fuentes próximas al dirigente popular aseguran que tomará una decisión después de Semana Santa. La CUP, siempre imprevisible, apuesta ahora por Eulàlia Reguant, exdiputada del Parlament que entró en el consistorio a mitad de mandato en sustitución del controvertido Josep Garganté.