“Aunque no nos quieran, les protegeremos, no les dejaremos solos”
Habla uno de los GRS de la Guardia Civil que han tenido que abandonar el hotel de Calella donde se alojaban por las presiones municipales y el rechazo de la población
4 octubre, 2017 00:00A moco tendido. Lloroso y voz entrecortada. Se le ve totalmente abatido, cansado y no logra pronunciar tres palabras seguidas. Lleva 31 años en la Guardia Civil y estos días están siendo los más duros de su vida. Es uno de los hombres que integran el Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil. Ellos fueron unos de los encargados de llevar acabo el dispositivo del 1-O en los colegios electorales de Cataluña.
Y ellos son también los que se han llevado una lluvia de críticas por su actuación: “En ningún momento pegamos a nadie, ni siquiera cargamos, hicimos una contención policial, con cuerpo a cuerpo, ¿tú crees que a mí me gusta pegar a la gente?”, se lamenta entre lágrimas y la voz rota.
"¿Cómo actuaré en el futuro?"
Tensión en los hoteles de Pineda a la espera de que se desaloje a policías / EFE
Este policía, que no quiere revelar su identidad, lleva muchas operaciones a sus espaldas. “¿Qué cara voy a poner cuando vuelva a casa y me ordenen actuar en un corte de carretera por una protesta de tractores, tengan o no tengan razón? Aquí no nos dejan hacer nuestro trabajo aun sabiendo que este referéndum era ilegal”.
Él es también uno de los hombres que ha tenido que abandonar el hotel en Calella, Barcelona, donde los propietarios supuestamente recibieron amenazas del ayuntamiento si no los echaban. “La gente del hotel se portó maravillosamente, pero nosotros preferimos irnos para evitarles problemas”.
Ahora están esperando instrucciones porque quizá deben volver al mismo sitio donde, dice, les han repudiado cuando salían a la calle: “Recibimos insultos, hasta he visto que han tirado piedras y escupitajos, y no lo merecemos”. En estos momentos están durmiendo en un cuartel militar para garantizar su seguridad.
"Solo cumplimos órdenes"
“¿Por qué nos tratan así? Ellos han violado la Constitución y nosotros solo cumplimos órdenes, no íbamos a por nadie, solo hicimos nuestro trabajo”, vuelve a replicar. ¿Cómo justifica entonces las imágenes que han dado la vuelta al mundo? “Entramos con el escudo para intentar abrir un pasillo con el objeto de dar cobertura a la entrada de la comisión judicial, la encargada de levantar acta y retirar la urna de votación”.
Antidisturbios de la Guardia Civil destinados en el hotel Vila de Calella (Barcelona) abandonando el pueblo / TWITTER
Las imágenes de personas en el suelo “forman parte de una actuación policial, la gente solo ve la parte de arriba de la imagen pero no se fija en la parte de abajo", cuando los agentes reciben patadas.
"Tuvimos que emplear más fuerza"
“Recibimos patadas, la gente se oponía a las órdenes, por eso tuvimos que emplear más fuerza”, se lamenta.
El agente dice que en estos momentos tienen órdenes de no actuar y “aguantar" lo que les echen. "Y estamos muy calientes; entiéndelo, hay mucha tensión y puede ocurrir una desgracia, pero somos profesionales”.
Quiere volver a casa pero no sabe cuándo podrá hacerlo, echa de menos a su familia. Hoy ha hablado con sus hijos, y le decían que estaban muy asustados. No entienden qué está pasando y por qué “hay tanto odio a lo español”, pero también acusa a las instituciones por mostrarse impasibles: “Nos sentimos totalmente desamparados. Ni Interior ni nadie nos dice nada; tienen que protegernos, hacer algo”.
5.000 agentes de fuera
Hacemos un repaso de los acontecimientos. Unos 5.000 policías, entre Guardia Civil y Policía Nacional, llegaron a la capital catalana a mediados de septiembre para trabajar el día del referéndum. Primero, muchos dormían en hoteles pero algunos días fueron destinados al famoso crucero del Piolín.
“Estábamos en el barco, muchos compartiendo camarote, pero estábamos bien”, pese a que tenían muchas incomodidades, como, por ejemplo, lavar su ropa en la ducha.
Después, regresaron a los hoteles. Él volvió a Calella y allí se hospedaron hasta ayer. El día del referéndum, cada grupo de 200 guardias estaba destinado a cada una de las provincias de Cataluña. Él estuvo en seis colegios de Girona y, según explica, en “ningún momento hubo violencia”.
Acabamos nuestra charla porque debe volver al trabajo y se despide mandando un mensaje: “Aunque no nos queráis, no os dejaremos solos; os protegeremos”.