El anuncio de la fecha y la pregunta del referéndum independentista ha intensificado el clima preelectoral en Cataluña. Nadie a estas alturas sabe en qué se traducirá ese irremediable choque de trenes entre la Generalitat y el Gobierno, una vez se oficialice esa votación, pero cada vez hay más certeza de que se producirá un adelanto electoral este otoño o en la primavera de 2018. Por eso, la campaña del referéndum es enfocada por los partidos independentistas como una primera vuelta de esos comicios. El PDeCAT y ERC, que no reeditarán la coalición de Junts pel Sí, tienen la oportunidad de medir su músculo electoral. Es decir, en qué caladeros de voto se pueden mover.
Para los nuevos convergentes, el objetivo es movilizar en el referéndum a unos 200.000 votantes y fidelizarlos. Se trata de los antiguos votantes de la desaparecida UDC, de los indecisos e incluso de los simpatizantes de Lliures, la plataforma liberal y catalanista liderada por Antoni Fernández Teixidó. “Se trata de personas que son proclives a participar en el referéndum del 1-O, aunque luego voten no. Incluso podríamos captar algún voto perdido de Ciudadanos”, explican fuentes de Junts pel Sí.
El doble cometido de los republicanos
Por el contrario, ERC tiene en este caso un doble cometido: convencer a descontentos del PSC y a los comunes de que vayan a votar y, además, que voten sí.
En principio, ni la órbita de Ada Colau ni los socialistas desencantados, que representan el espectro ideológico donde la formación de Oriol Junqueras podría pescar votos, no están por la labor de participar en un referéndum ilegal. Sin embargo, la decisión de Podem de desmarcarse de los comunes y apoyar la convocatoria del referéndum, aunque sin darle validez a su resultado, ha trastocado esos cálculos electorales.
Los podemitas catalanes, liderados por Albano Dante Fachín, tienen un importante radio de influencia en el Baix Llobregat, una comarca con gran volumen de población e históricamente de izquierdas. Es el Baix Llobregat donde los partidos catalanes siempre se juegan las elecciones. El tiempo dirá si la estrategia de Podem amarga las expectativas electorales de ERC.