Un impuesto gestado a espaldas del sector. El controvertido gravamen de las bebidas azucaradas que el Gobierno catalán quiere poner en marcha no solo ha causado malestar en una industria que no ha sido consultada, sino que podría disuadir a las grandes multinacionales de realizar inversiones en Cataluña. Esta posibilidad fue planteada en el transcurso de una reunión entre representantes de la Asociación de Bebidas Refrescantes (Anfabra) y la diputada del PSC, Alicia Romero, celebrada hace varias semanas.
Se da la circunstancia de que los directivos de esas grandes compañías en España son catalanes, de ahí que sean especialmente sensibles al gravamen creado por el vicepresidente económico Oriol Junqueras. Máxime si se tiene en cuenta, tal como se discutió a lo largo de esa reunión, de que este tipo de impuestos podrían frenar las inversiones en Cataluña que, en un futuro, se planteen empresas americanas como Coca-Cola o Pepsi. Precisan, no obstante, que el impuesto también afecta a empresas del sector alimenticio.
Sin voluntad de pacto
Anfabra, según explicaron los asistentes al citado encuentro, pidió una reunión con el secretario de Hacienda de la Generalitat, Lluís Salvadó, quien “no demostró ninguna voluntad de pacto”. Se sintieron ninguneados, confiesan.
En declaraciones a Crónica Global, Romero denuncia el criterio selectivo que tiene el Gobierno catalán a la hora de negociar sus proyectos con los sectores afectados. "Luego tendremos que lamentar que las inversiones se vayan al sur de Francia o a Toledo", comenta. Y aunque su grupo parlamentario apoya el nuevo impuesto, advierte de que “la recaudación prevista, unos 40 millones, es pequeña frente a una necesaria reforma fiscal global que nosotros defendemos y que la Generalitat se niega a afrontar”, como por ejemplo en el tramo autonómico del IRPF, la eliminación del mínimo exento del impuesto de patrimonio o la recuperación del impuesto de sucesiones y donaciones.
Reducción en bebidas
Fuentes de Anfabra recuerdan a este diario que mantienen acuerdos con la Consejería de Salud y con el Ministerio de Sanidad para fomentar las buenas prácticas en el consumo de este tipo de bebidas. En este sentido, precisan que en los últimos cinco años se han reducido en un 23% las calorías por litro de refresco y que la cuarta parte de las bebidas refrescantes no tienen calorías ni azúcar.
A su juicio, los impuestos sobre alimentos y bebidas son regresivos y afectan especialmente a las clases con menos recursos, y advierten de que el impuesto repercutirá en el consumidor final. “El ciudadano catalán de bebidas refrescantes se verá discriminado frente a otros consumidores en España y en la UE”, afirman.