Lluís Rabell, líder de CSQP, y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.

Lluís Rabell, líder de CSQP, y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.

Política

Los independentistas redoblan su acoso a Podemos e ICV

La CUP hurga en el “unionismo” en una carta llena de reproches a CSQP, mientras que JxSí fracasa en su enésimo intento de sumarlos al proyecto secesionista

29 febrero, 2016 21:37

Cada lunes, dirigentes de Junts pel Sí y la CUP se reúnen para definir estrategias conjuntas. Son encuentros cordiales y, aunque hay posturas irreconciliables --conciertos educativos, ATLL, BCN World, presupuestos…--, ambas formaciones coinciden en una necesidad: atraer a Catalunya Sí Que Es Pot (CSQP) a la causa secesionista.

De momento, los esfuerzos son estériles, y eso se nota en las reacciones abruptas de los independentistas, motivadas en parte por la amenaza que supone el auge de la marca catalana de Podemos.

Carta de la CUP

Ejemplo de esa presión secesionista es la carta que ha enviado la CUP al grupo parlamentario de CSQP. En ella, los antisistema elevan a la categoría de reproche moral sus discrepancias con la formación que lidera Lluís Rabell. Tildan de “linchamiento” que CSQP hurgue en las contradicciones de la CUP, a la que acusan de dar apoyo durante esta legislatura a una formación capitalista e inmersa en casos de supuesta corrupción, CDC.

“Para nosotros es una auténtica oportunidad para cambiarlo todo en el proceso de construcción de la República catalana; vosotros preferís esperar. No pasa nada. Pero en el 'mientras tanto' que tenemos por delante, os proponemos trabajar codo con codo en la construcción de alternativas”, reza la misiva firmada por los 10 diputados de la CUP. ¿Intento de OPA hostil? ¿Acercamiento entre izquierdas?

División interna

La CUP no pasa por su mejor momento, pues es precisamente su apoyo al gobierno de Carles Puigdemont el que ha provocado fugas y división interna. Y sabe que CSQP apunta donde más duele.

En paralelo, JxSí necesita ampliar su base electoral pues, como admite el propio Puigdemont, no se puede declarar la independencia sin el apoyo de más del 50% de los catalanes.

Por eso, CDC y ERC se encomiendan al alma más catalanista de esa coalición de izquierdas, en la que participa ICV y Podemos, para lograr esa amplia mayoría. Lo intentó en vísperas de la investidura de Puigdemont, sin éxito, a pesar de que CSQP compartía la necesidad de que Artur Mas fuera reemplazado. Más recientemente, JxSí quiso convencer a Rabell de que se sumara a la comisión parlamentaria conjunta encargada de elaborar las leyes de desconexión con España. Fue en vano.