La 'Omertá' catalana

La 'Omertá' catalana

Política

Las filtraciones dan un golpe mortal a la ‘omertá’ catalana

CDC, agónica con su entramado de corrupción interna, se agarra al hipotético show periodístico para contener el escarnio y esquivar las responsabilidades políticas

24 octubre, 2015 21:12

El oasis catalán, se ha vuelto un cambalache.

Que falta de respeto , que atropello a la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón…” Seguro que cuando don Enrique Santos Discépolo escribió la música y letra de este tango no podía imaginar que cien años después afirmaciones como… “no pienses más, siéntate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao” o “el que no llora no mama y el que no afana es un gil”, cobrarían una especial significación en un rincón del mundo muy lejos de su Buenos Aires querido, donde la ley del silencio se extendió como un manto pesado e impenetrable durante casi 30 años. Ese rincón esta en el mediterráneo y se llama Cataluña.

A la ley del silencio, en Italia la llaman omertá. Aquí dio en llamarse oasis. Y tanto aquí como allá, ese status quo forjado desde el poder del dinero o del miedo, con la aquiescencia de la muchedumbre sumisa y narcotizada por su propia cobardía, desprende un hedor putrefacto a decir de cualquier especialista en la materia.

Se acabó lo que se daba

El paraguas se ha roto definitivamente, el agua cala y la peste escampa.

Para muchos, quizá los más consecuentes, la cosa empezó a tambalearse bajo los pies de aquellos que forjaron sus fortunas y su estatus desde el oasis, cuando Pasqual Maragall y el primer tripartito conquistaron la presidencia de la Generaliatat. Maragall, tan genial como irreverente, espetó nada menos que en el Parlamento catalán, lo del 3%: “Su problema --dijo dirigiéndose a un nervioso Artur Mas--, es el 3%”.

El tambaleo de CiU se tornó zozobra, cuando un cordobés, apellidado Montilla revalidó un gobierno al margen del Convergència i Unió. Ya era demasiado tiempo fuera del poder y de los órganos políticos de control, censura, agitación y propaganda que ellos mismos, en la trastienda de CiU, habían tramado y utilizado durante años.

Abrazados a la bandera con los pies en el barro

La zozobra avanzaba entre aquellos que nacieron o crecieron al albor del poder político convergente y de su paraguas protector. Los resortes desaparecían.

Y Mas se agarró a la bandera como el incrédulo se agarra a la Biblia cuando se ve morir.

Desde ese mismo momento ocurrieron dos cosas dispares entre sí que condicionarían el futuro inmediato del país: una le fue muy bien a Mas y los suyos, les oxigenó, y la otra le está yendo muy mal, quizá concluyentemente mal. De momento, mientras la tela de los sentimientos con los que esta hilada la bandera aguante, le permite mantener el tipo.

Gobierno del PP manipulador

La primera fue el torpe, bastardo e insensato proceder de la Administración española gobernada por el Partido Popular. Esa España tecnocrática puso a trabajar para la causa anti soberanista con nocturnidad y alevosía a los más tétricos y fieles adláteres de la seguridad del Estado.

Se inició la guerra sucia. Aquello que se sabía, se consentía y se almacenaba por si venían tiempos peores, se sacó del armario en el que esos sicarios del mal guardan su munición.

Sacaron las armas, pero no fueron efectivos. Fallaron porque son malos profesionales en ocasiones y, en otras, tan fundamentalistas como aquellos a los que persiguen. Todo su torpe proceder (sólo hay que recordar el caso de las cuentas suizas de Xavier Trias o el caso del famoso e innombrable informe de la UDEF sobre Artur Mas que los mismos fiscales que ahora investigan el caso 3%, rechazaron como poco fiable) fue a favor del discurso de la victimización de lo que queda del oasis político catalán donde tan a gusto se ha desenvuelto CDC.

Ratas con placa y uniforme oficial

Esa gestión sucia, descarada y criminal de la información más pestilente almacenada en las catacumbas de la inteligencia del Estado, se administró de forma visceral y corrosiva. Se faltó al rigor y a la fiabilidad y se puso en cuestión, al evidenciarse, la solvencia de organismos e instituciones fundamentales para la confianza ciudadana en el estado de derecho.

Titulé hace meses un artículo alusivo a esta cuestión: “Ratas con placa y uniforme oficial”. La mala gente se enfadó. Mas y los suyos, que no habían  dejado de zozobrar, tenían, pues, donde asirse y tomar aire: en la estupidez del enemigo.

Benditas filtraciones 

La segunda está resultando fatal para CDC: las filtraciones.

Aquellos que han gobernado Catalunya con jactancia durante más de 30 años no están acostumbrados a conducir sin que haya un policía que, eventualmente, les retire las multas por las infracciones que cometan. Eso se acabó. Algunos, de tan acostumbrados como están, aun no ha entendido el sentido de metáforas como ésta.

El tiempo de zozobra es una época fértil para la emancipación de los sumisos. Y, efectivamente, las filtraciones vuelan a mil por hora de unos años hacía aquí. En todos los sentidos. De dentro hacia afuera. Desde arriba hacia a abajo. Con sello oficial o sin membrete, de boquilla o por escrito, con mala intención o con malísima intención.  Pero la información fluye y se les escurre de las manos a quienes las tienen sucias.

A rio revuelto…

Naturalmente, hay quien se frota las manos. También quien se rasga la vestiduras y no deja de temblar. Pero, sobre todo, hay quien ha salido del cascaron de la sumisión y de una resignación que empezaba a ser casi congénita y ha rellenado de tinta las plumas otrora sobornadas. Benditas filtraciones.  

Una tormenta extraordinaria de indicios solventes, administrados a partir de un procesos penal dotado de todas las garantías y controles de un estado de derecho, ha descardado agua, rayos y truenos sobre  las diáspora en la que se ha convertido el oasis de CDC.

Delincuentes desmaquillados

El caso Sumarroca, o Catdem, o Petrum, o 3%, desmaquilla quizá definitivamente a algunos farsantes que durante años lideraron este país como si de una colla sardanista se tratara en la que unos tocaban el flabiol y otros, bailaban y bailaban felices por el mero hecho de sentirse parte de la tribu.

Insisten en poner la mirada hacia el lugar que les conviene, que es lejos del sumario del caso 3%. Pero la prensa y aparte de la sociedad se ha desembarazado de hipotecas y esa emancipación no tiene vuelta a tras.

De nada sirven ya las subvenciones a la prensa que se multiplican entre la Generalitat y los medios catalanes o los favores entre el Gobierno central y los medios españoles. La prensa, hasta ahora contenida, maniatada y por lo tanto servil y parte de una sociedad hasta no hace mucho narcotizada, ha dicho basta.

Se acabo la ‘omertá’

Ese paraguas es la omertá. Y el cuchillo que lo ha rajado dejando que el agua salpique lo que queda del oasis de CDC, han sido las filtraciones. La prensa se ha lanzado a contar y a publicar. Ha perdido el miedo a administrar las filtraciones. Sin filtraciones no habría periodismo. Sin periodismo libre y valiente, no puede haber democracia.

Lo mejor de todo este cambalache que se está viviendo es que ese oasis político se desmorona tras la zozobra convergente.