Colau pone al frente de TMB a un ejecutivo que salió escaldado de Zaragoza
El nuevo responsable de la empresa municipal de transportes fue destituido de un cargo similar en la capital aragonesa apenas un año después de su designación
3 octubre, 2015 13:30A principios de agosto pasado, de forma discreta, el Ayuntamiento de Barcelona que preside Ada Colau nombró consejero delegado de Transports Municipals de Barcelona (TMB) al ingeniero Enrique Cañas Alonso. El nuevo ejecutivo acumula en su currículum profesional un sonoro fracaso en la gestión de una entidad aragonesa similar, pero mucho más pequeña. La presidenta del mismo organismo es Mercedes Vidal, concejala de Movilidad del consistorio barcelonés y consejera metropolitana, de 34 años.
La designación se enmarca en las dificultades que los nuevos responsables municipales de la ciudad acumulan con la puesta al día de las empresas municipales y en la selección de profesionales de alto nivel para acompañarles en la gestión diaria de los intereses del consistorio. “El puesto de consejero delegado es un cargo retribuido con 105.938,25 euros brutos anuales (incluyendo todos los conceptos) lo que supone una rebaja de cerca del 40% en relación a la situación actual”, aseguró TMB en la nota de prensa que dio cuenta del cambio.
El máximo responsable de TMB deberá gestionar un presupuesto de más de 700 millones de euros y una plantilla que supera los 8.000 empleados entre los trabajadores del metro y de los autobuses urbanos de la Ciudad Condal.
Nombrado y destituido por el socialista Belloch
Cañas Alonso fue director-gerente del Consorcio de Transportes de Zaragoza desde noviembre de 2006 a enero de 2008, un año y tres meses en total, como el propio ingeniero reconoce en su ficha personal de Linkedin. El nombramiento y el urgente relevo posterior se produjeron mientras el alcalde de la capital aragonesa era el socialista Juan Alberto Belloch.
Estuvo muy poco tiempo en el cargo. Fue destituido de forma fulminante por el propio Consorcio tras una no-gestión de la entidad. Su nombramiento y propuesta del que tenía que ser su eje de trabajo, el Plan de Movilidad Sostenible de la ciudad de Zaragoza y 28 municipios cercanos, levantó fuertes críticas en el entorno municipal. El consorcio zaragozano administró un presupuesto en 2014 de 1,8 millones de euros.
“Yo tenía un perfil muy técnico”
El plan que quería ejecutar Cañas tenía un fuerte componente “verde” poco realista y que requería una importante inversión económica para definir la ordenación del transporte en la ciudad y su entorno metropolitano. Especialmente criticada fue su propuesta de la línea Norte-Sur del tranvía.
Fue sustituido en el cargo por Antonio González, un ingeniero naval, con experiencia “real” en gestión del transporte. “A nadie le gusta que lo destituyan, pero estoy contento porque es bueno para el consorcio. Yo tenía un perfil muy técnico y Antonio lo tiene mucho más político y es un puntal, una referencia y tiene demostrada una solvencia técnica. Le hacía falta al consorcio”, declaró entonces a Heraldo de Aragón.
El consorcio, representado por una asamblea compuesta por los 28 municipios metropolitanos y la propia Zaragoza, prescindió de Cañas por su poca capacidad de gestión y ante la necesidad de dotar a la entidad de un perfil que aportara un contenido real y no propuestas millonarias sin sentido.
Consultor y colaborador de Recoder
Aunque a la prensa aragonesa Cañas le manifestó su intención de regresar a Barcelona para ejercer tareas de consultoría, y tras unos meses sin ocupación, en septiembre de 2008 fue contratado como director técnico de la Fundació Mobilitat Sostenible i Segura, organismo nacido como un proyecto de cooperación conjunta entre la Generalitat de Catalunya --a través del Departament de Política Territorial i Obres Públiques--, el Ayuntamiento de Barcelona --a través del Área de Medio Ambiente--, y la Asociación para la Promoción del Transporte Público.
Se da la coincidencia de que durante ese periodo ostentaba la presidencia de la fundación el exconsejero Lluís Recoder, una figura desaparecida de la primera línea política y que arrastra importantes incógnitas relativas a su gestión, como la concesión de ATLL a Acciona, una operación que ha originado muchos dolores de cabeza a Artur Mas.