El rector de la Universitat de Barcelona, Dídac Ramírez

El rector de la Universitat de Barcelona, Dídac Ramírez

Política

Generalidad: plan B para la destrucción de la sanidad y contra el Parlamento autonómico

Continuidad en la voluntad de la Generalidad de destruir la sanidad pública: del plan A, al plan B. Insólita complicidad del rector de la UB, Dídac Ramírez. La sanidad, una realidad decisiva en el marco de una corrupción generalizada. Boi Ruiz osa ser optimista y los políticos se atreven a distraerse, mientras el Parlamento autonómico pierde el norte.

27 abril, 2015 02:11

El consejero de Salud, Boi Ruiz está radiante, después de haber estado deprimido durante unos días. Cree que su plan B de destrucción sanitaria funciona, tras fracasar el plan A. El nuevo plan implica la colaboración política determinante (se calle lo que se calle) de la Universidad de Barcelona (UB). Ruiz cree que esto va viento en popa. A día de hoy parece que tiene razón. El Parlamento autonómico vuelve a hacer un triste papel, marginal e incomparable al propio de todas las democracias.

Todos los partidos catalanes, excepto CiU, votaron en contra de que pudieran prosperar aquellos planes, tanto el A como el B. Ahora parece que los políticos no están nada angustiados, sino que más bien continúan distraídos y algunos sufriendo. Creen que plan de destrucción sanitaria deberá pasar por el Parlamento autonómico. Olvidan que la estrategia de CiU es evitarlo, que es lo que intentan hacer y para lo que tienen una inefable línea de actuación.

Desinterés de políticos en sanidad

Lo iré explicando con detalle. Pero los propios políticos deberían tomarlo en consideración, desterrando un desinterés en sanidad que tiene mínimas excepciones y ninguna justificación, a pesar de ser temas jurídica y organizativamente complejos. Hay que entrar en su lógica interna, no introducir consideraciones, prejuicios y preocupaciones de base política.

El Parlamento autonóico pidió en concreto que la propia Generalidad efectuara un informe de la clínica privada BarnaClínic, creada y dirigida desde el Hospital Clínico de Barcelona, donde está situada. Precisó que, mientras se efectuaba el informe, BarnaClínic cesase su actividad. Ese informe ya está terminado, sin que, mientras se ha efectuado, se parara ninguna actividad en BarnaClínic ni se haya dado a conocer el resultado. Sospecho que las anomalías que se puedan haber encontrado serán debidamente barnizadas. Es lo que siempre ha ocurrido. Ya sucedió con un magnífico informe de la Sindicatura de Cuentas, respecto del Hospital Clínico.

No será una empresa pública

Ahora he sabido que CiU evitará crear una nueva empresa pública respecto del Hospital Clínico porque debería ser aprobada por el Parlamento autonómico y precisamente CiU quiere todo lo contrario. Quiere privatizarlo, entregando toda la gestión a su actual dirección y sobre todo eliminar los controles propios del Derecho Administrativo.

Mas quiere seguir adelante como si se trataran de meros acuerdos entre la UB y el Hospital Clínico, metiendo una asociación, básicamente de médicos, interna del Clínico, que no tiene nada de pública. La dominan los médicos privatistas, que son un poder de hecho, sin un milímetro cuadrado de base jurídica. Pero necesitan un segundo ente público. Será la Universidad de Barcelona, titular de los terrenos del Clínico y de la Facultad de Medicina de la UB, ubicada en el mismo edificio. Sin la UB no se podría constituir un consorcio. Las razones por las que la UB lo acepta ya se sabrán.

La Universidad de Barcelona no es la de Lérida

El plan A fue liquidado por la voluntad de la digna Universidad de Lérida de no querer crear un consorcio sanitario en las Tierras de Ponient. Hubiera implicado suprimir el Derecho Administrativo en la gestión del dinero público sanitario, favoreciendo, por tanto, la arbitrariedad (hermana de la corrupción) así como haciendo imparable la muy deseada, por Mas, degradación y marginación de la sanidad pública, convertida en beneficencia.

Atento a los deseos del 'sector de negocios sanitarios' de la propia CDC, todo ello es el supremo objetivo de la actual Generalidad, que quiere finalizar la destrucción final de la sanidad pública catalana, con carácter general y como sea, en estos tiempos de necesidades preelectorales de CDC.

El caso fallido de Lérida convierte al Clínico en el modelo pionero a introducir, para hacer dominante la sanidad privada, a todos los niveles, empezando por toda la asistencia hospitalaria. El uso de consorcios de forma tan peculiar, incomparable a la concebida en su momento por el legislador, permite recordar la figura jurídica del fraude de ley. No hay duda de que hay base para acciones legales, mientras que una investigación fiscal del singularísimo BarnaClínic podría resultar bien justificada.

Grandes necesidades económicas de Mas

Mas quiere beneficiar a la concertada y a toda la sanidad privada ya vinculada, por poco que sea, a la Generalidad. Estos cambios, o acentuaciones de cambios, están siendo impuestos en un momento de grandes necesidades económicas preelectorales por parte de Artur Mas, que acaba de vender la faraónica sede central de CDC en Barcelona. La amenaza de Mas de no convocar elecciones el 27S solo se entiende teniendo esto en cuenta. Quien no lo vea tiene un problema de cognición.

Ruiz ha tenido un encuentro con dirigentes territoriales de la Consejería donde expresó su radical optimismo respecto al plan B. Ahora sus dos aliados tácticos supremos e imprescindibles son el director del Hospital Clínico de Barcelona, Josep M. Piqué, militante o muy próximo de CDC, desde siempre, y el rector de dicha universidad, Dídac Ramírez, que incomprensiblemente es militante de UGT y quizás también del PSC. ¿UGT asume la actitud de tan singular militante? Si es así, hay que empezar diciendo: ay, caramba. ¿Y el PSC? El atrevimiento de Ramírez puede tener repercusiones respecto a UGT.

Posición del comité de empresa

Así, ya en junio de 2013, el Comité de Empresa del Clínico requería que "la nueva forma jurídica que adopte el hospital debe garantizar la titularidad pública en los ámbitos orgánico, administrativo y de gestión". ¿Lo sabe Dídac Ramírez? ¿Le da igual? Si fuera así, ¿por qué?

Todo este revuelo viene del lejos. En efecto, todos los hospitales clínicos, de todos los lugares de España donde los había, fueron transferidos hace muchos años por el Estado a las Comunidades Autónomas. Estas los integraron en las redes públicas (como aquí los ocho del ICS) a las que ahora pertenecen, como todos los demás transferidos. En Barcelona se obró de forma diferente. En vez incorporar el Clínico a esa red, la Generalidad asumió, en 2008, unos estatutos internos provisionales que le dejaban en el limbo jurídico.

Tomar a los ciudadanos por oligofrénicos

Ahora el inefable director del Clínico, Josep M Piqué, dice que "no se puede hablar de privatización cuando se reserva la titularidad pública del patrimonio, se mantiene el acceso público al ciudadano de acuerdo con el contrato con el CatSalut y se plantea que la mejora de resultados revierta en la propia institución". Unos resultados económicos que, vistos los beneficios de unos pocos privilegiados a BarnaClínic y el desorden organizativo de este, con actividades cruzadas con su padre, el Clínico, siempre han tenido poco o nada que revertir. Ya se sabe: los beneficios son privados y las pérdidas públicas.

Lo que afirma Piqué equivale a tomar a los ciudadanos por oligofrénicos, cosa inmanente en Piqué y en Ruiz. Pretenden, con la insólita complicidad del rector Ramírez, convertir el Hospital Clínico de Barcelona en la punta de lanza de la destrucción de la sanidad pública. El Clínico también sería un regalo a médicos que no pagarán ni un euro. Pero que han sido enriqueciendo con cobros estratosféricos en el privadísimo BarnaClínic.

El rector Ramírez

Todo ello ha llegado demasiado lejos. Lo han hecho en el mundo de la salud, donde la tranquilidad y la ponderación son elementos básicos del buen trabajo y del éxito final. La demagogia grotesca de Piqué y de Ruiz, el utilitarismo político de Mas (por decirlo angelicalmente), el secretismo probablemente interesado del rector Ramírez, especialista en gestión autocrática, no pueden triunfar. Será muy fácil si los políticos intentan entender un poco los temas de gestión sanitaria y su lógica trascendencia en términos sociales generales.

Se deben ocupar, con serio afán reformador, por no decir refundador, de algo determinante respecto a todos los ciudadanos y a toda la gestión de la Generalidad. Poniendo tanta maldad y tantas necesidades políticas opacas en la sanidad, Mas cometió un gran error. Equivocarse ha sido y es un vicio muy lesivo. Es el peor presidente de la Generalidad.

Sanidad y la corrupción generalizada

He escrito que el perverso escándalo Pujol no fue solo un tema familiar. Solo se puede entender describiéndolo como un mal que se generalizó en Cataluña bajo el pujolismo y por el pujolismo. Existe la fuerte posibilidad de que la existencia real y efectiva de aquel sistema -con una vertiente familiar, pero solamente una vertiente- acabe acreditándose, mediante el tipo de gestión generalizada de la sanidad catalana. No lo escribo por escribir.

Personas implicadas lo admiten en privado. Los profesionales sanitarios honestos -que son mayoría- deberían ser los primeros en no querer ser manchados, sino en poder llevar a cabo su trabajo sin estar rodeados de los que ahora los dominan, en unos lugares más que en otros y siempre desde unas cúpulas que no valen nada.

El concepto de consorcio criminal

Hace muchos meses que mencioné el concepto del derecho positivo español de consorcio criminal. También me gustaría añadir el concepto de redención y de reinserción social, bien constitucionales. Pero los personajes que hoy dominan la sanidad hacen difícil olvidarlos o perdonarlos.

En todo caso, tengo la certeza de que el inmenso escándalo sanitario acabará en un baile de bastones que afectará a un sistema que no hay por donde cogerlo. Ya está dañando a un personal sanitario y a unos pacientes que no tienen ninguna culpa, sino al contrario.