Política

La Diagonal, una ñapa del 33% a la vista de la chusma

Han ampliado las aceras, obra cumbre de la ingeniería moderna, y se han volatilizado más de cuatro millones de euros en un inexplicable sobrecoste. No es motivo de escándalo. Bien por el doctor Trias: Diga 33.

28 marzo, 2015 12:35

El paseante jubilado ha estrenado la Diagonal. No sale de su asombro y de su decepción. Comprueba escandalizado como los todoterrenos, las motocicletas y los coches invaden las zonas peatonales para peligro de los ciclistas, cuya velocidad rebasa el último récord de la hora de Induráin. El riesgo para los pedalistas es máximo mientras que los peatones tienen muchas más opciones de sobrevivir al impacto dado que su velocidad, salvo en el caso de los practicantes del footing rara vez supera los cinco kilómetros por hora. Problemas de la física, de modo que el boquerón peatón tiene más probabilidades que el tiburón ciclista ante los grandes cetáceos motoristas, conductores de cuatros por cuatro o pilotos de autobuses, salvo gentiles excepciones, de las líneas 6, 7, 33 y 34.

La Diagonal de Xavier Trias, delegado de la Generalidad en Barcelona y a la sazón todavía alcalde, es un nyap, o sea y en cheli, una ñapa. Que en la Cataluña de Pompeu Farra una chapuza sea lo mismo que en el Madrid de Cervantes (Miquel de Servent para Cucurull) es una coincidencia definitiva, una refutación de las señas identitarias, un nexo de unión innegable e indestructible. Superior incluso al de plegar/acabar. Nyap y ñapa, culto chapuza: la Avenida Diagonal.

El solado de una calle convertido en la obra cumbre del mandato de Trias es la expresión definitiva del fin de la inercia del 92. Ese viento de cola ha durado más de dos décadas y ha cesado en esa especie de paseo de la fama de las hojas de platano con unas farolas de Perico de los Palotes inspiradas en el mobiliario urbano de las Tres Mil Viviendas o de la Cañada Real.

No ha pasado ni una semana y ya bailan las baldosas de esa pista americana para barceloneses de a pie en la que ha mutado la Diagonal tras meses de trincheras y tableteo de taladradoras, hasta el punto de sugerirse que Trias estaba llenando la avenida de blocaos y parapetos para impedir la entrada de los tanques españoles.

¿Era necesaria la reforma? Indudablemente. Había que dinamizar la Diagonal, de modo que lo que iba a costar 12,5 millones de euros ha salido por más de cuatro millones de más reflejados en el sobrecogedor sobrecoste del 33%. No un 3%, el 33%. Esto fue denunciado aquí mismo la semana pasada, en una entrevista de Sergio Fidalgo con el líder del PP de Barcelona, Alberto Fernández, sin que motivara mayor comentario en otros medios. Un 33% que Trias no ha explicado y que a la vista de las obras realizadas (del tipo alicatar un cuarto de baño sin cambiar el retrete) es inexplicable, salvo para expertos en láminas y laminaduras financieras como Jordi Pujol Ferrusola.

Cuatro millones de euros son un mojón respecto a lo que se ha robado en Cataluña y en el resto de España, pero es que la escena del crimen está groseramente a la vista y por más que se transite no se contamina. Da igual. De hecho, CiU podría prometer en su programa que todas las obras llevarán un sobrecoste mínimo del 33% y el impulso de una cátedra de "dinamización económica" en la Ramon Llull y se aplaudiría con las orejas en el Círculo Pedestre, en el de Excursionistas y en el de Fomento de las artes marciales.

(Cuando Pujol confesó, era cuestión de horas que trascendiera la investigación de la Agencia Tributaria sobre el clan. Fue un fallo garrafal por parte del patriarca del catalanismo moderno. Si se hubiera quedado quieto y callado, a estas horas no habría comisión de investigación parlamentaria y tendría el prestigio y las prebendas de honorable padrino intactos e intactas, por mucho que hubiera tenido que hacerse el sordo ante una juez.)

Como está peor visto hablar de dinero que hablar con la boca llena, centrémonos en la crítica urbanística. El pedazo de la Diagonal destrozado por las obras es un paraje inhóspito que recuerda un parque para monopatineros, con los obstáculos (entiéndase bancos, farolas, rampas y desniveles) idóneos al efecto de surfear entre los descollejados andantes, tratados como pura chusma. Han ampliado las aceras, proclaman los optimistas. Sí, una cosa alucinante de la ingeniería moderna, entre abrir otro canal en Panamá y construir un rascacielos flotante en el Golfo Pérsico. Como dicen en Madrid, vamos no me jodas. El nuevo Eixample de Trias...