En economía casi todas las predicciones se cumplen, salvo las que no se cumplen. Este podría ser el lema que se explicara en todas las escuelas de negocio y economía del mundo nada más empezar, y que se recordase el último día de curso.

Un ejemplo que sirve para los que -sean expertos o no- repiten cada día que en el futuro con tal o cuál independencia se viviría mejor es Sudán del Sur. Si algo ha hecho la secesión de este territorio respecto a Sudán ha sido la de empeorar la vida de sus ciudadanos.

El director del suplemento 'El mundo en...' de la revista The Economist acaba de reconocer que la "peor predicción" que hicieron ahora hace un año fue la que se refería a la economía del nuevo país Sudán del Sur. Daniel Franklin, en un artículo en el suplemento 'El mundo en 2015', ha señalado que desde la revista se pronosticó que la economía de este país crecería durante 2014 un 35%, y que lo haría a mucha distancia del siguiente país.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Franklin ha reconocido que la predicción que hicieron fue totalmente errónea y que, "por desgracia, lo único que creció en ese país fue la destrucción de la guerra civil que lo asola".

Hambruna generalizada

Sudán del Sur es hasta la fecha el último país en formar parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Ingresó en este club en julio de 2011, hace ahora algo menos de tres años y medio, y lejos de solucionarse los problemas que se vivían mientras el territorio formaba parte de Sudán estos se han agravado.

Este lunes, la ONU ha informado de que había empezado a enviar ayuda alimenticia al país, y que lo estaba haciendo desde Sudán. La ayuda se está canalizando por el río Nilo en un país que está viviendo una segunda guerra civil -tras la primera sufrida contra Sudán- y que lo hace por primera vez desde su independencia.

Desde la fecha de su independencia -seis meses después de la celebración de un referéndum-, en Sudán del Sur han muerto unas 10.000 personas y otros once millones sufren de hambruna, como consecuencia de la guerra civil según datos de la ONU. Aunque hay organizaciones que elevan la cifra de muertos hasta las 50.000 personas.

Conflicto armado

La guerra civil de Sudán del Sur se hizo visible el 15 de diciembre de 2013 cuando el presidente, Salva Kiir (de etnia dinka), denunció un intento de golpe de Estado encabezado por el ex vicepresidente Riek Mashar (de etnia nuer), ambos del Movimiento de Liberación Popular de Sudán (SPLM), un movimiento rebelde que se convirtió en partido tras la independencia de Sudán del Sur.

Desde entonces, los países de África han llamado a las dos partes a sentarse para buscar una solución al conflicto. Hasta la fecha, sin éxito. Mientras tanto, sigue la guerra, las partes no dejan las armas y la población sufre hambruna -cuando no la muerte-.

Hace un año, Etiopía, Sudán, Kenia, Uganda, Somalia y Yibuti, que forman parte de la Autoridad Internacional para el Desarrollo (IGAD), consiguieron que Kiir se comprometiera a dialogar con la parte rebelde.

Pero las negociaciones han quedado en nada. En los últimos días los mensajes de desolación se han generalizado. La crisis humanitaria y la violencia han llevado al país a una situación de fallida.