A la vista de lo que está ocurriendo en el PP en los últimos días a muchos ciudadanos les costará entender por qué hace aún poquísimas semanas algunos dirigentes comentaran compungidos que "Jaime Mayor será candidato a las elecciones europeas porque Mariano Rajoy no se atreverá a cambiarlo". Había también quien desde la discrepancia con las posiciones políticas del exministro del Interior, apoyaba su continuidad alegando que las encuestas no son muy buenas y "si se pierde con Jaime habrá perdido Mayor Oreja y si pierde un candidato nuevo del presidente del Gobierno, habrá perdido Rajoy". Si las cosas, electoralmente hablando, salían mal, se deslegitimaba al ala más derechistas. Si salían bien quería decir que habían conseguido reconciliarse con el sector de votantes más alienado con el Tea Party popular y más distanciado, por tanto, de las políticas gubernamentales.
Pero la renuncia este martes de Mayor Oreja como candidato a las europeas ha arrumbado ese discurso y ha materializado la peor de las pesadillas del PP, que hasta ahora disfrutaba de un privilegio inhabitual en Europa: un único partido conservador, que aglutinaba todo el voto de la derecha, desde el centro a los ultras. Ahora, con el resquebrajamiento de su ala derecha, al PP se le multiplican por primera vez los competidores electorales en su mismo terreno ideológico. La UPyD de Rosa Díez, que ya estaba de antes y que es la que más votos le puede arrebatar, especialmente en Madrid, según indican desde hace meses las encuestas que manejan en Moncloa y en la sede de Génova, y Vox, el partido nacido de la escisión interna, pequeña pero significativa, que no preocupa tanto desde el punto de vista electoral -porque aún no está en condiciones de quitarles votos- pero sí desde la legitimidad política, porque se parece mucho a una enmienda a la totalidad de las decisiones gubernamentales. La marcha de las personalidades que han impulsado el nuevo partido, José Antonio Ortega Lara, una de las víctimas más emblemáticas de ETA, Santiago Abascal o Alejo Vidal-Quadras, abre para el PP una brecha ideológica y sentimental con parte de sus votantes que le costará cerrar. Está además la posibilidad de que se materialice otra alternativa, Movimiento Ciudadano, inspirado por Ciudadanos.
"Un partido que ha ganado con una mayoría aplastante podría perder Madrid"
Hay, no obstante, dirigentes del PP que saludan el resquebrajamiento del partido por su derecha, porque piensan que eso les centra en el mapa político español e incluso les libera de tener que hacer concesiones, aunque sean de discurso, a su electorado más conservador. Pero la mayoría de los dirigentes asisten atónitos a un acontecimiento que no esperaban, que temen que les reste credibilidad en su electorado tradicional y que les llega a pocos meses de unas elecciones europeas que se presentan poco halagüeñas. Los más asustados son los que vieron con alivio que Jaime Mayor no abandone también el partido, pero están expectantes ante una posible declaración de José María Aznar sobre lo que está ocurriendo. De momento, el ex presidente ha decidido dejar plantado a Rajoy en la Convención del partido del próximo fin de semana.
De hecho, fue Aznar el primero en irrumpir públicamente para criticar las políticas del Gobierno. Lo había hecho antes Esperanza Aguirre, pero quien dio dimensión a la discrepancia fue el ex presidente en la entrevista en Antena3 en mayo del 2013. Luego llegaron las excarcelaciones de etarras por la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo contra la aplicación retroactiva de la doctrina Parot, que irritaron a la víctimas y a un sector de la derecha político-mediática madrileña y que el Gobierno no supo explicar con pedagogía política y, como consecuencia, un distanciamiento de algunas asociaciones de víctimas que se visualizó la pasada semana en el homenaje a Gregorio Ordóñez, en el decimonoveno aniversario de su asesinato.
A muchos dirigentes del PP les sorprende lo que está pasando, porque no suele ser habitual cuando un partido ha ganado con una mayoría aplastante hace apenas dos años y cuando controla la mayoría de los gobiernos autonómicos y municipales y la práctica totalidad de las instituciones públicas. Les preocupa, además, porque en un año estarán decidiendo los candidatos a las elecciones locales y autonómicas y, por lo que vaticinan los sondeos, podrían perder la Alcaldía y la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana, que son ahora sus joyas de la corona. Por cierto que sobre la candidatura al ayuntamiento de Madrid, el discurso más repetido es el mismo que se hacía con Mayor: "Rajoy no cambiará a Ana Botella salvo que ella lo deje y, así, si se pierde, perderá Botella, mientras que si él fuerza un cambio de candidato y pierde, habrá perdido Rajoy".