Además de los silencios y de las respuestas poco esperanzadoras para el proyecto secesionista, a medida que pasan los días, se intensifican las críticas a la carta enviada por Mas a los líderes de los países de la Unión Europea solicitándoles ayuda.
El editorial de El País de este sábado destaca la contradicción entre el hecho de haber omitido de entre los destinatarios de la misiva al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y los llamamientos que los sabios de Mas (el Consejo Asesor para la Transición Nacional) y el propio dirigente nacionalista (en su discurso de fin de año) vienen realizando para cultivar y fortalecer las relaciones con el resto de España pensando en el día después de la hipotética independencia de Cataluña.
El diario del Grupo Prisa va aún más allá en sus críticas y considera que el texto es un "despropósito" y un "ridículo" que está escrito "en un inglés de textura gramatical deleznable".
El País asegura que se trata de un mensaje "redactado para ser utilizado como elemento de agitación en favor del independentismo", lo que se deduce de "la confusión" que refleja su "lenguaje polisémico, suavemente engañoso" (como en el hecho de hablar de"Estado propio" en vez de "independiente", y tratar de confundir "objetivos declarados" y "fines realmente perseguidos").
Otra de las "paradojas" que se destacan es que en el memorándum enviado a medio centenar de cancillerías de todo el mundo Mas sostenga que la secesión no dejaría a Cataluña fuera de la UE, pese a que él mismo reconoció lo contrario en una entrevista publicada el pasado 27 de diciembre en el diario italiano La Repubblica.
Ridículo e ingenuo
Desde las páginas de El Mundo, Salvador Sostres -independentista confeso- también da un repaso a la carta de Mas, despreciando su estrategia y recordando que, para los líderes europeos, el independentismo catalán "es un problema interno" español en el que no interferirán.
"No sólo nadie le hará caso, sino que todos verán en el desprecio a Cataluña una manera gratis de quedar bien con España", asegura, y añade que "hay que tener ímpetu, valentía y esperanza, pero hacerte el grande cuando está fuera de tu alcance es muy de tiraflechas, y aunque yo he hecho muchas veces el ridículo, Josep Pla y yo coincidimos en que, en general, es mejor evitarlo".
Sostres califica la actitud de Mas de "ingenuidad". "Le han llamado delincuente, subversivo, provocador y otras cosas que exageran no sus defectos, sino sus virtudes. El presidente de la Generalidad, simplemente, no sabe lo que hace, ni con quién está hablando, ni de qué va el orden europeo", añade.
Y advierte de que "que alguien sea suficientemente estúpido como para pensar que esta unión de cobardes egoístas dará la cara por cualquier causa, como Cataluña y sus aspiraciones, certifica hasta qué punto el independentismo flota en su irrealidad y desconoce los códigos fundamentales".
"Cataluña no puede esperar ningún favor de nadie y sólo puede contar con su capacidad de resistencia física. No creo que mi país [por Cataluña] esté lo suficientemente desesperado para aguantar los rigores que se precisan para romper un Estado como España. [...] Lo mejor que se puede decir de los catalanes es que todos tenemos mucho que perder, y esto es seguramente lo más determinante, porque la propiedad privada se inventó para que los hombres de buena fe dejáramos de ser revolucionarios y fuéramos por fin personas razonables", concluye.
Mal redactada, bajo nivel de inglés, y la "indiferencia" como respuesta
El diario Ara también dedica una pieza a analizar la carta de Mas. Para ello, ha recogido la opinión de siete personalidades -mayoritariamente independentistas- de los más diversos ámbitos. Aunque casi todos aprueban la iniciativa, tampoco ahorran críticas a la misiva.
Montserrat Guibernau (profesora de Política de la Universidad Queen Mary de Londres) lamenta el nivel "muy básico" de inglés del redactado y considera que deberían haberse explicado esas supuestas cinco vías legales a las que Mas apela para llevar a cabo su consulta.
El ex periodista de TV3 Martí Anglada opina que la carta debería haberse redactado en francés para el presidente de la República francesa, y en alemán para la canciller Merkel.
El catedrático de Ciencia Política de la UB Pere Vilanova asegura que "la carta no se debería haber enviado" porque "cualquier jurista sabe que la respuesta será el silencio", y "la indiferencia es el peor resultado" que se puede obtener. Mas "sabe perfectamente" que los otros países "no pueden opinar" sobre procesos internos, añade. El redactado, además, "produce incomodidad". "Cualquier traductor automático de los que hay en internet lo habría traducido más o menos así", concluye.