El socialismo español no atraviesa su mejor momento. El próximo día 18, el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, someterá al Comité Federal el calendario que elegirá al candidato socialista para las próximas elecciones generales. Las encuestas muestran a un PSOE noqueado por el electorado y sin un líder que despierte el ánimo popular, aunque el malestar con el Gobierno es creciente. En conclusión, los socialistas no recogen el descontento con las políticas del PP.
Sólo los desafueros del Gobierno dan oxígeno a la tarea de oposición del PSOE. La Ley Wert, la Ley de Seguridad Ciudadana y, sobre todo, la Ley del Aborto de Gallardón han permitido a los socialistas españoles levantar cabeza en la opinión pública. Consciente de la situación, Rubalcaba se ha esmerado en encontrar un terreno de juego que no haga trizas el maltrecho barco socialista.
La crisis territorial desatada por el nacionalismo catalán hacía prever una fuerte tormenta en las filas socialistas. Por dos veces, el PSC rompió la disciplina de voto en el Congreso. Las acusaciones cruzadas entre los diferentes líderes territoriales amenazaban la frágil salud del PSOE dirigido por un líder incapaz de hacer frente a la situación.
De Granada a Barcelona
Sin embargo, Rubalcaba fiel a su fama de superviviente y de hombre astuto y hábil, cogió el toro por los cuernos. Con la Declaración de Granada, puso las bases de la alternativa federal socialista con el apoyo de todos los barones del partido. Una alternativa que apostaba por el encaje de Cataluña y España en el marco de una nueva arquitectura constitucional, equidistante del inmovilismo del PP y de las aventuras suicidas del nacionalismo catalán.
Desde Granada, Rubalcaba y Navarro han mantenido una línea de comunicación abierta que ha normalizado las relaciones entre el PSOE y el PSC y que favorecieron la ruptura de los socialistas de Navarro con el proceso secesionista "si no se hacía en el marco legal y no se pactaba la consulta con el Estado". Este mes de enero será la culminación de este proceso en el socialismo español.
El próximo día 7, las ejecutivas del PSOE y del PSC se reunirán en Barcelona. Rubalcaba y Navarro quieren que se visualice la nueva etapa y lo harán con una rueda de prensa conjunta en la que se presentará un documento que desarrollará la alternativa federal de los socialistas, lo que podría ser su Declaración de Barcelona.
Un documento para ir concretando la apuesta federal
El documento fijará "la hoja de ruta de los socialistas en el 2014 desarrollando y concretando la Declaración de Granada". Los socialistas quieren "marcar un camino que sabemos que es difícil pero que tiene cosas concretas frente al inmovilismo de Rajoy y frente al camino de la independencia que está condenado al fracaso".
Este documento, que está en la fase final de su preparación, ha sido supervisado por Navarro y Rubalcaba, y ha tenido en la cocina a Iceta y Balmón, por el PSC, y a Valenciano y Jáuregui, por el PSOE. Además de concretar la Declaración de Granada y las actuaciones del PSOE en este 2014, también incluirá claras referencias sociales como por ejemplo a Ley Wert y al proyecto de Gallardón para modificar la Ley del Aborto.
Con este documento, Navarro pretende evitar la ruptura de los socialistas catalanes cuando el Parlamento autonómico vote la petición de competencias al Estado para poder hacer la consulta del 9 de noviembre. "Dicen -los cinco diputados autonómicos díscolos- que la propuesta federal no tiene contenido. Después del martes no tendrán esta excusa", apunta un miembro de la dirección socialista en referencia a los cinco diputados autonómicos que quieren que el PSC no se descuelgue del "derecho a decidir". Su posición no se sabrá hasta el último momento. Lo que sí se sabe es que Navarro no va a permitir que se rompa la disciplina de voto. Y, si se rompe, todo apunta a la expulsión.
La segunda cita importante es el día 18, en el Comité Federal. El PSC no pondrá palos a las ruedas a la propuesta de primarias de Rubalcaba, y Miquel Iceta se integrará en la ejecutiva del PSOE, recuperando así los socialistas la presencia, en el máximo órgano ejecutivo del PSOE, que perdieron desde la dimisión de José Zaragoza.