Francesc de Carreras, catedrático de Derecho constitucional y miembro del Consejo Editorial de CRÓNICA GLOBAL, en un artículo publicado este sábado en La Vanguardia:
"[...] No sorprende esta posición de la señora Rigau [justificando y defendiendo la presencia de esteladas en las escuelas públicas]. Ella misma se ha declarado insumisa ante sentencias del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo y ha afirmado que no está dispuesta a aplicar la nueva ley de educación. La consejera parece que sólo acepta las decisiones legislativas y judiciales con las que está de acuerdo, lo cual muestra el poco respeto que tiene por la democracia y el Estado de derecho. No extraña, pues, que los profesores sigan su ejemplo, no acaten la ley y ella no tenga autoridad, ni jurídica, ni política, ni moral, para obligarles a que la cumplan.
Pero, además, con ser esto ya muy grave, cabe también hacer consideraciones de una índole distinta. Eso que tanto se dice, y tanto se niega, de que buena parte de las escuelas catalanas están politizadas parece ser verdad: la política se introduce en las aulas y la enseñanza no es, como debería ser, neutral, sino partidista, es decir, en lugar de suministrar conocimientos se adoctrina en una determinada dirección. En una dirección opuesta, pero en el fondo similar, a la de tiempos pasados y no democráticos.
¿Lo encuentra bien la señora consejera? ¿Estaría dispuesta, por ejemplo, a que las aulas de ciertas escuelas públicas estuvieran presididas por un crucifijo como muestra de sensibilidad 'a determinadas realidades'? En una sociedad democrática y plural la escuela debe enseñar, no adoctrinar".