Política

"El nacionalismo historiográfico catalán da por sentado definitivamente que los Borbones perjudicaron a Cataluña. Pero entonces, ¿por qué les fue tan bien en lo económico? [...] En realidad los catalanes resultaron privilegiados por la nueva monarquía, [pero] el mito de la opresión de los Borbones hacia Cataluña, como un mantra eterno, subsiste"

14 noviembre, 2013 16:59

Guillermo Pérez Sarrión, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Zaragoza, premio Jaume Vicens Vives de la Asociación Española de Historia Económica 2013, en un artículo publicado este jueves en El País:

"[...] La aplicación, con frecuencia (pero no siempre) inconsciente, del vaciado metodológico, tiene otra consecuencia, la imposibilidad de comprender los hechos económicos. El mercado nacional se creó en el siglo XIX y para ello ya en el siglo XVIII se estuvieron creando regiones económicas, cuyo ámbito territorial no coincidía con los reinos y principados históricos, lo que origina el problema de que o se deja de hacer historia exclusivamente regional o no se puede dar cuenta cabal de todo esto.

En el siglo XVIII en Cataluña se estaba creando una región económica que se fue extendiendo por Aragón y a finales de siglo llegaba a Navarra; además las redes mercantiles de catalanas se extendieron imparables por todo el interior peninsular. Aquí, o se hace historia de España, o nada cuadra. Tortella, refiriéndose al siglo XVIII, menciona el 'impresionante despegue económico del Principado [...] que lo colocó a la cabeza del resto de España en el palmarés económico [...]', sin embargo, el nacionalismo historiográfico catalán da por sentado definitivamente que los Borbones perjudicaron a Cataluña. Pero entonces, ¿por qué les fue tan bien en lo económico? Eso se pregunta Tortella y me pregunto yo también...

La respuesta es simple: por un lado la expansión económica catalana en el siglo XVIII no puede explicarse solo teniendo en cuenta las transformaciones económicas del interior del Principado; y por otro, en realidad los catalanes resultaron privilegiados por la nueva monarquía. El rey suprimió casi totalmente las aduanas interiores (lo que permitió colocar los productos catalanes en el interior peninsular con menos costes), creó en Cataluña un impuesto directo y moderno, el catastro, que por su forma de recaudación resultó en una baja presión fiscal, menor que en el resto de España, que además disminuyó con el tiempo, y que encima, por el fraude, fue menor aún en las áreas y sectores que más crecían: la protoindustria y el comercio. Esto lo demostró Emiliano Fernández de Pinedo hace años en un artículo que, en lo poco que sé, la historiografía nacionalista no ha tenido en cuenta para seguir sosteniendo lo contrario.

El rey además contribuyó decisivamente al aumento de la productividad laboral en Cataluña (y no en la de otras regiones) interviniendo ante el Papa para reducir el gran número de días festivos existente, como atestiguan ilustrados como Rodríguez Campomanes. Hay otros factores a favor, que no detallo para no alargar el texto. Estas ideas han sido muy poco resaltadas, cuando no ignoradas. El mito de la opresión de los Borbones hacia Cataluña, como un mantra eterno, subsiste".