Zona Franca

Rajoy y Martí, como dos gotas de agua

10 mayo, 2016 00:00

Si algo ha caracterizado a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno es lo pésimo que ha resultado en la gestión de los casos de corrupción o de las irregularidades que han envuelto su entorno político. Malo, malo de plasma y de silencios cómplices. En otros ámbitos es discutible su actuación, pero en justicia no ha sido tan patán.

Unos kilómetros más arriba, en Andorra, hay un político con unas analogías sorprendentes. El presidente del Ejecutivo del Principado, Antoni Martí, es igual de capaz que el español para mirar por las ventanillas laterales de su vehículo de gobierno cuando se enfrenta a las críticas. Los dos corren peligro de acabar su carrera política con tortícolis. 

Martí pasará a la historia como el hombre bajo cuyo mandato se finiquitó la potencia financiera andorrana, una de las principales razones de ser económicas del pequeño estado. Ya no habrán enciclopedias que lo glosen y se conformará con salir en la Wikipedia. Rajoy trascenderá como el hombre que no sabe si la Gurtel es una obra de teatro o una especie de pescado en vías de extinción. 

A Rajoy le tuvieron que animar para que empujara al ministro Soria fuera del gabinete en funciones una vez se conocieron sus vínculos con la ingeniería financiera mundial a partir de los papeles de Panamá. De él no salía, pero accedió. Martí, por el contrario, aparece en los medios andorranos como un Rajoy cualquiera diciendo que aquí no pasa nada, que su ministro de Finanzas, Jordi Cinca --el que ha pilotado con fundadas críticas esta enorme crisis--, seguirá en su puesto a pesar de las dudas más que razonables sobre su actuación pasada como gestor empresarial.

Las implicaciones de Cinca o son refutadas o le invalidan para pertenecer a un gobierno democrático occidental homologable. Ya sabemos, no obstante, que no pasa nada, que el muy demócrata de pacotilla Martí ha decidido darnos clase de dignidad a los ciudadanos y a los medios. Más bien, en lo que sí parece bien adiestrado es en lo que podríamos calificar a partir de ahora como hacer un Rajoy. Son como dos gotas de agua, uno en la lengua de Pla y otro en la de Cervantes…