Mientras una exactivista de la ANC nos dice en qué idioma tenemos que comer, un consejero de la Generalitat propone regalar inscripciones en el Consejo de la República en Navidad. Es el procés nuestro de cada día, el que nos muestra cómo vivir, amar, pensar y hablar. El intervencionismo soberanista en la intimidad de los catalanes no es nuevo, pero se ha vuelto cada vez más bronco, propio de los estertores de un régimen neoconvergente que agoniza. Hace años que la Generalitat multa a los restaurantes que no utilizan el catalán en sus menús y/o en sus rótulos. Es uno de los ejemplos más contradictorios de aquel gobierno business friendly defensor de la empresa privada.

La diferencia es que ahora resulta muy fácil montar un boicot en las redes sociales. También deconstruirlo. Hay que leer a Juan Soto Ivars y su interesantísimo libro Arden las redes, donde se explica el efecto Streisand o boomerang que provocan algunas campañas. Lo ocurrido en la pizzería Bo di Napoli, tal como ha publicado Crónica Global, así lo demuestra.

Respecto a comprar esa especie de bonos patrióticos de una república inexistente como regalo de Navidad supone darle una vuelta de tuerca a la injerencia colectiva del procés. La ocurrencia es obra del consejero de Políticas Digitales y Administración Pública, Jordi Puigneró. "Seguramente estos días harás algún regalo de amigo invisible. Podéis gastaros 10 € en un "pongo" que muy probablemente terminará en wallapop, o podéis regalar una inscripción en el Consejo de la República. Una nueva forma de ejercer la ciudadanía ya está aquí". Bizarro no, lo siguiente. Puigneró apela al sentimentalismo secesionista vía sablazo. Doble impuesto el que pretende cobrar el consejero, el que pagamos todos los catalanes por mantener una Generalitat que no gobierna y que sufraga los gastos de un Ejecutivo virtual con sede en Waterloo, producto de la fantasía de Carles Puigdemont. ¿Y la paga de los funcionarios, pa' cuando, consejero?

El maltrato a los empleados públicos formó parte de la cotidianeidad del Govern el año pasado, lo que repercute en el día a día de los catalanes. Médicos, profesores, bomberos y Mossos d’Esquadra salieron a la calle para defender sus derechos, pero consejeros como Puigneró o Miquel Buch --responsable del departamento de Interior-- solo saben responder con más procesismo. La purga es la vía utilizada por Buch para arrasar con los agentes que rechazan el independentismo y reprimen a los Comités de Defensa de la República (CDR). Leo con pavor la propuesta lanzada desde el mundo secesionista de revisar los protocolos de admisión en la Escuela de Policía de Cataluña. ¿Exámenes de catalanidad? Asegura la intelectualidad secesionista que la Brimo (antidisturbios) actúa "con el mismo odio y ensañamiento" contra los CDR que los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil durante el referéndum del 1 de octubre. Les ha faltado decir que "pegar es de españoles", pero no hace falta. 

Obviamente, esos gurús del independentismo que se permiten dar lecciones sobre seguridad ciudadana(la que nos concierne a todos) ignoran el malestar existente dentro de los Mossos, que solo piden trabajar en condiciones dignas y quedar al margen de la politización. No es de extrañar que cerca de 500 agentes del cuerpo catalán hayan pedido información para incorporarse a la Policía Nacional, según la plataforma Policías Autonómicos por la Pasarela. Exigen facilidades para hacerlo y el Gobierno español asegura estar en ello.