“Artículo 64 de la Constitución

  1. Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes. La propuesta y el nombramiento del Presidente del Gobierno, y la disolución prevista en el artículo 99, serán refrendados por el Presidente del Congreso.
  2. De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden.

 

49 diputados y senadores se pusieron de acuerdo el lunes para dar la espalda sonoramente al jefe del Estado en la apertura solemne de la XIV legislatura. Después, usaron las instalaciones del Congreso para ampliar el ruido con una rueda de prensa en la que leyeron un comunicado en torno al lema “Yo no tengo Rey”.

Entre los grupos protagonistas de la movida figuraba JxCat, la antigua CDC, que simultanea su participación en el desplante con su peregrinaje a la Zarzuela cada vez que el Rey llama a consultas a los grupos parlamentarios. La escusa falaz de Laura Borràs para justificar su incongruencia es que quiere evitar que las ideas de su partido lleguen tergiversadas a los oídos de Felipe VI.

Son activistas gallegos, vascos y catalanes que pretenden hacer incómoda la relación del monarca con los llamados territorios históricos. En Girona ya lo han conseguido hasta el punto de que han forzado el traslado a Barcelona de la entrega de los premios Princesa de Girona. La voluntad de la Casa Real de convertir el acto en un acontecimiento menos protocolario y más cercano a la ciudad fue la señal para que el ayuntamiento, en manos de JxCat, le pusiera la proa en 2018 hasta conseguir su exilio a Barcelona un año después.

En otro contexto, pero con el mismo propósito que tenía Herri Batasuna en febrero de 1981, el nacionalismo quiere señalar a la Corona y aislarla allí donde pueda, quiere impedir que actúe y se mueva con libertad. Es la demostración clara de la importancia de la figura del Rey para el Estado, como quedó patente en el caso de Juan Carlos precisamente tres semanas después de los hechos de la Casa de Juntas de Gernika.

La Casa Real se equivocaría mucho si respondiera a esa estrategia del matonismo político evitando su presencia en lugares donde se pueda encontrar con los alborotadores.

El Gobierno no solo es el responsable de la actuación del jefe del Estado, como recoge la Constitución, sino que debe velar por su protagonismo y su presencia en todo el territorio de forma leal. No se trata de competir con la derecha y la extrema derecha en una carrera por capitalizar su figura, sino de dar un paso adelante cuando es objeto de ataques con fines partidistas, y de superar la tentación de ponerse de perfil.

El uso que el régimen franquista hizo de la bandera española generó reparos entre una parte de la población, lo que permitió a la derecha adueñarse de ella. La izquierda --acomplejada-- no supo estar a la altura. ¿Va a pasar lo mismo ahora con el monarca?