Tiene gracia que uno de los principales promotores del “independentismo mágico” advierta ahora de que el procés ha sido un fracaso y de que lo de la secesión unilateral, de momento, no va a ser posible. Dice Rufián que hay que “pinchar según qué burbujas, según qué discursos de independentismo mágico que todo el mundo conoce, decir la realidad”. En otras palabras, que lo del viaje a Ítaca fue un timo, una farsa.

Es curioso que sea Rufián la voz indepe más autorizada entre las que quieren pinchar la burbuja del procés. Recordemos que fue uno de los dirigentes secesionistas que más veces aseguró públicamente que los diputados de su partido, ERC, abandonarían el Congreso en cuanto se proclamase la República catalana. “No estaremos ni un día más”, insistía en 2015, y establecía un plazo máximo de 18 meses.

Rufián es también el que el 26 de octubre de 2017, cuando se rumoreaba que Puigdemont estudiaba convocar elecciones para evitar la DUI --que finalmente se hizo un día después--, lanzó el famoso tuit de las “155 monedas de plata” con el que poco menos que acusaba al entonces president de traidor.

En cualquier caso, bien está que ERC empiece a admitir abiertamente que no es posible lograr la independencia de forma unilateral --Tardà y Aragonès también lo han dejado claro--. Pero no debemos olvidar que la formación independentista es tan responsable como el que más de haber llevado a Cataluña a esta situación de inestabilidad y fractura social. Y, en todo caso, de poco sirve su conversión si Puigdemont, Torra y su entorno no siguen el mismo camino.

De hecho, no parece que esto vaya a ocurrir a corto plazo. Sus declaraciones van en sentido contrario. Los actuales capitanes del procés siguen emperrados en tensar la cuerda con mensajes incendiarios y desafiantes. La Diada de este martes será la confirmación de que los dirigentes independentistas no tienen previsto modificar el rumbo --al menos, durante todo el otoño--. Así, seremos testigos de un nuevo aquelarre de independentismo mágico.

Por otra parte, el hecho de que el procés haya entrado en una vía muerta --en realidad, la única posible-- no debe orillar el debate sobre cuál debe ser la respuesta del Gobierno a la actitud desafiante del Govern. PP y Cs exigen la reactivación del 155 pero el ejecutivo socialista responde que eso no es posible si no hay una nueva, flagrante y permanente vulneración de la ley por parte de la Generalitat y esto --subraya el Gobierno-- aún no se ha producido.

Lo cierto es que hace años que la Generalitat aplica la inmersión lingüística escolar obligatoria exclusivamente en catalán pese a haber sido declarada ilegal en reiteradas ocasiones por la justicia y esto sería suficiente argumento para recuperar el 155 --incluso para haberlo aplicado hace mucho tiempo--. Aunque no parece que Sánchez esté por la labor.

En todo caso, y llegados a este punto, parece razonable preguntarse cuál es el motivo por el que buena parte del independentismo unilateralista empieza a admitir su fracaso: ¿su derrota se debe a la política de mano tendida del nuevo Gobierno con el nacionalismo o a la implementación del 155 --incluso uno light como el aplicado-- y el encarcelamiento de sus promotores?

Y solo una cuestión más: ¿cómo creen ustedes que el secesionismo más irredento interpreta la actitud dialogante y negociadora de Sánchez: como un signo de fortaleza que les invita a abandonar sus planes unilaterales, o como un signo de debilidad que les anima a seguir adelante con su independentismo mágico?