En los últimos debates electorales se ha repetido una pregunta entre los candidatos a las generales del 10N: ¿Cuántas naciones hay en España? La interpelación la han lanzado insistentemente desde la filas de PP y Cs a los representantes del PSOE, pero también a los Comunes. Y ha surgido a colación de la reciente polémica en torno a la ausencia de cualquier referencia a una supuesta “España plurinacional” del borrador del programa electoral de los socialistas para el 10N y su posterior incorporación en el texto definitivo a petición del PSC.

Lo cierto es que el programa electoral del PSOE no recoge ninguna alusión explícita a este planteamiento --como tampoco lo hacía el del 28A--, pero sí apela a las declaraciones de Santillana del Mar (2003), Granada (2013) y Barcelona (2017) --como también lo hacía el del 28A--. Las dos primeras no hacen mención a ninguna España “plurinacional”, pero sí la tercera, que llama a “reconocer” la “realidad plurinacional” y el “carácter plurinacional” de España, así como la “personalidad nacional”, la “identidad nacional” y las “aspiraciones nacionales” de Cataluña.

El debate sobre esta cuestión no es irrelevante. Es evidente que quien defiende que España es plurinacional rechaza que España sea una nación --lo de “nación de naciones” está muy bien para hacer poesía pero no sirve para la política ni para su consecuente plasmación en las leyes y, por tanto, en los derechos y las obligaciones de los ciudadanos-- y debería tener claro cuántas naciones hay en España.

Sin embargo, los representantes socialistas se han negado a responder a esa pregunta. Y el candidato de los Comuns, el independentista Jaume Asens, quedó en evidencia cuando la dirigente de Cs Inés Arrimadas le instó a concretar una respuesta. “El Estado español está compuesto por varias naciones y una es Cataluña”, señaló en un debate. “¿Andalucía, por curiosidad, también?”, preguntó la naranja. “También”, respondió Asens. “¿Y Murcia?”, insistió Arrimadas. “Murcia no es una nación”, zanjó el nacionalista.

Tampoco es muy coherente el planteamiento de Josep Maria Colomer de este domingo en El País. Según el economista, en España “hay ocho naciones”, que corresponderían a las CCAA que se han definido en sus Estatutos como “nacionalidades”, en base al artículo 2 de la Constitución española --Navarra, curiosamente, quedaría fuera de ese listado--. Pero la Carta Magna es meridiana al respecto y reserva la condición de nación únicamente para España. Además, la RAE define el término “nacionalidad” como “comunidad autónoma a la que, en su Estatuto, se le reconoce una especial identidad histórica y cultural”. De ocho naciones, nada de nada.

También lo ha dejado claro el Tribunal Constitucional en su sentencia sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña, al reiterar que la única nación “en sentido jurídico-constitucional” es la española. Y de eso estamos hablando, insisto, no de poesía ni de sentimientos.

De hecho, el propio Constitucional advirtió sobre lo trascendente del término al asociar el concepto de nación con el de soberanía. Y subrayó que, en España, la única nación es la española pues el “único titular reconocido” de la soberanía es “el pueblo español” en su conjunto.

Apelar a una supuesta “España plurinacional” es comprar el discurso del nacionalismo catalán y es un error comparable al que incurren algunos constitucionalistas --de todos los colores-- cuando tratan de deslegitimar el proyecto independentista unilateral --y, por tanto, ilegal-- argumentado que su proyecto no tiene el apoyo mayoritario en Cataluña.

Reconocer jurídicamente que Cataluña es una nación supondría, antes o después, reconocer que es soberana --¿por qué no lo haría algún tribunal internacional?--, es decir, en lenguaje nacionalista, que tiene “derecho a decidir”, derecho a independizarse unilateralmente. De igual forma que rechazar un referéndum secesionista en Cataluña alegando que el independentismo no es mayoritario en Cataluña es como decir que, cuando lo sea --si algún día lo es--, sí debería facilitarse dicha votación.

No. Ni Cataluña es una nación, ni es jurídicamente relevante qué apoyo tiene el independentismo en Cataluña. El único titular de la soberanía en España es el pueblo español en su conjunto, es decir, la nación española. Para lograr la independencia, el secesionismo debe convencer al titular de la soberanía. Y, mientras no lo logre, aguantarse, como hacen todos los demócratas cuando no les gustan las leyes y no pueden cambiarlas. O, si lo prefiere, escoger el camino de la ilegalidad, con todas las consecuencias.