Es la hora. Dos fallecidos por apuñalamiento en menos de un mes han avivado el debate sobre los delitos con arma blanca en Barcelona. Los óbitos parece que vienen a confirmar las percepciones de las patronales de ocio nocturno, sindicatos policiales y vigilantes de seguridad: la noche de la capital catalana se ha vuelto peligrosa.
Y en una Barcelona que lleva años lidiando con problemas de seguridad de diversa índole en las calles, el rebrote del knife crime o delitos con arma blanca es un elemento de intranquilidad más. El Barómetro municipal sitúa la inseguridad como primer problema para los vecinos de la Ciudad Condal. Una preocupación anterior a la pandemia y que ha sobrevivido a ella, enquistándose.
Y ahora, los cuchillos. Que, como los narcopisos, que obligaron a Mossos d’Esquadra, Policía Nacional y Guardia Urbana a intervenir con fuerza en el Raval; o los hurtos cometidos por multirreincidentes, que obligaron a activar el Pla Tremall de Mossos, crean alarma social. Lo dice ADN Sindical, sindicato mayoritario corporativo en la seguridad privada. “Algunos chavales ya salen de fiesta con una navaja para defenderse”.
Según el Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior hasta junio, los homicidios dolosos y asesinatos en grado de tentativa se han estancado en Barcelona ligeramente al alza. Quizá, el dato preocupante hay que encontrarlo en los delitos graves y menos graves de lesiones, que se han incrementado un 70% entre 2021 y 2022. El uso de armas (148 CP) parece haber aumentado, casando con las percepciones que verbalizan los actores citados, y que son quienes tratan la noche catalana de primera mano.
Eso son las malas noticias. Los datos, las percepciones y los hechos trágicos en la calle parecen apuntar en la dirección de un auge de la criminalidad con arma blanca en la calle. Las buenas, es que países del entorno ya han pasado por aquí. Estados vecinos o miembros de la Unión Europea como Reino Unido o Países Bajos son veteranos en estrategias para atajar el knife crime en las calles, conscientes del efecto devastador no solo para la integridad de las personas, sino del efecto multiplicador en forma de alarma social.
En este último país, por ejemplo, en 2021 iniciaron una campaña en 200 municipios con el lema Deja el cuchillo y haz algo con tu vida. En el Reino Unido, el Gobierno prohibió los llamados cuchillos y machetes zombie en 2021. Filos cuyo único propósito era ser usados contra otras personas, a menudo en un contexto de violencia entre bandas organizadas. Dos proyectos que parecen de otras latitudes que no son la barcelonesa, es evidente, pero si los datos apoyan los últimos hechos y las percepciones que comunican asociaciones patronales como Fecalon podrían servir de inspiración aquí.
¿Es la hora de un Pla Tremall solo para las navajas y los cuchillos? Que hablen los que saben: planificadores de seguridad pública y quienes la ejecutan. Pero desde luego, algo hay que hacer. Al menos plantear el debate sobre si es la hora de acometer acciones que destierren las hojas cortantes del espacio público. Sean comunicativas, policiales o judiciales.
Lo que no vale es esconderse, porque parece que a cada aglomeración urbana en Barcelona se pierde una vida. Y queremos que los “chavales y chavalas” vuelvan a casa seguros cuando salen de fiesta.