Aunque el BBVA tiene la última palabra, todo apunta a que la OPA sobre el Sabadell no saldrá adelante. Según la mayoría de los expertos, con las condiciones planteadas por el Gobierno, al banco vasco no le interesa comprar la entidad catalana.

El plan del BBVA pasaba por una fusión (o, mejor dicho, una absorción) del Sabadell, con el consiguiente ajuste de oficinas, pero los requisitos del Ministerio de Economía impiden implementar ese programa.

Durante al menos tres años, ambos bancos deberían funcionar de forma independiente y no se podrán realizar despidos. Así no le salen los números a Carlos Torres.

Con esos requerimientos, buena parte de los 850 millones de euros que el BBVA tenía previsto ahorrar con la operación se ha esfumado. Y, probablemente, necesitaría incrementar el precio (y la forma de pago) para convencer a los accionistas del Sabadell de las bondades de la transacción.

De momento, quien se ha llevado el gato al agua es Josep Oliu. El presidente del Sabadell ha jugado bien sus cartas y, tras aguantar el tipo durante el último año, se encuentra en una posición ganadora.

Pero, a pesar de que la lógica económica dice que el BBVA debería darse por vencido, no todo está decidido. Hay que tener en cuenta que el futuro de Torres al frente del banco vasco va ligado al éxito o fracaso de la operación (es su segundo intento en cinco años), por lo que no es descartable que siga adelante con la ofensiva aunque el negocio haya perdido el atractivo inicialmente previsto.

Veremos lo que ocurre en las próximas semanas, pero lo que sí parece claro es que Oliu gana pase lo que pase. Si la OPA finalmente descarrila, habrá logrado su objetivo principal: mantener la independencia del Sabadell. Y si la compra se materializa, habrá conseguido una rentabilidad óptima para los accionistas a los que representa.