Ya ha transcurrido casi una semana del gigantesco apagón eléctrico que afectó a toda la península, dejó a España sin luz ni telecomunicaciones y sumió en el caos el servicio ferroviario. A estas alturas, todavía se desconocen las causas que lo desencadenaron.
Los supuestos expertos del ramo del gigavatio, que han brotado estos días como setas tras las lluvias otoñales, sostienen que obedeció a un flujo desmesurado de energía solar y eólica vertido a las torres de alta tensión. Estas pertenecen a Red Eléctrica de España, filial de la holding Redeia, cotizada en bolsa. Al detectarse el tremendo subidón, los sistemas se desactivaron para evitar males mayores. Así reza, en apretado resumen, la pobre explicación que los sufridos españolitos han recibido hasta ahora.
Entre tanto, los implicados en la histórica catástrofe miran para otro lado y se sacuden la responsabilidad con una desenvoltura pasmosa. Pedro Sánchez ha cargado el muerto, tan campante, a “los operadores privados”. Entre ellos clasifica sin pudor a Redeia, pese a que el Estado es su máximo accionista con nada menos que un 20%. Seis de los doce integrantes de su órgano de gobierno, incluida la presidenta Beatriz Corredor, son paniaguados del PSOE.
Corredor, nombrada por el mismísimo Sánchez, desapareció del mapa al ocurrir el magno siniestro. Se mantuvo púdicamente oculta, como si el asunto no fuera con ella. Solo dos días después se dejó ver. Y en varias entrevistas consecutivas soltó una tras otra algunas lindezas, a cual más estupefaciente.
Primera, que ignora por completo qué espoleta pudo provocar la interrupción total del suministro.
Segunda, que su actuación personal en esta trágica crisis fue irreprochable e inmejorable, y por tanto, en lo último que piensa es en dimitir.
Y tercera, que Redeia es la empresa más eficaz del sector, no solamente de Europa, sino del globo terráqueo entero.
Por su parte, las restantes corporaciones eléctricas se hacen las suecas y aseguran que por el momento es imposible determinar con precisión el motivo del corte masivo de la corriente.
Los primeros cálculos cifran el coste del paro forzoso del lunes pasado entre los mil y los dos mil millones de euros.
Corredor luce un denso currículo. Es licenciada en Derecho y registradora de la propiedad. Antes de aterrizar en Redeia, ejerció sucesivamente de ministra de Vivienda a las órdenes del siniestro José Luis Rodríguez Zapatero; de mandamás de la fundación socialista Pablo Iglesias; y de secretaria de ordenación del territorio del PSOE. Como se puede observar, sus conocimientos sobre las redes de transporte de energía se pueden resumir en una hojilla de papel de fumar.
El historial y los méritos acumulados son credenciales imprescindibles para ascender en el escalafón del mundo privado. En cambio, semejan absolutamente extraños en las altas esferas de la política hispana.
Lo único que prima en los partidos, sobre todo en el PSOE sanchista, es la fidelidad perruna y la adhesión inquebrantable al capo supremo.
La ascensión de Corredor a la cima de Redeia ocurrió a comienzos de 2020. Sánchez la designó por el consabido procedimiento digital, esto es, a dedo. Su poltrona reviste la condición de dorada. No en vano es una de las mejor gratificadas del inmenso firmamento gubernamental.
En 2024 reportó a su titular la bonita suma de 546.000 euros. Desde su nominación un lustro atrás, le lleva ya proporcionados casi 3 millones.
A la vista de semejante prebenda, es comprensible que la señora registradora se niegue en redondo a cesar y se aferre al sillón como una lapa. A buen seguro, otros amados compañeros o compañeras de su formación deben estar deseando con fervor que se estrelle en el formidable desastre energético, a fin de ocupar de inmediato su opíparo sitial.
Además, se trata de un trabajo carente de funciones gerenciales. Es lo que se conoce como una presidenta florero. La carga de las labores diarias y el peso de las decisiones recaen sobre las espaldas del consejero delegado. Doña Beatriz se limita a encabezar la docena de sesiones anuales del consejo de administración… y a pasar luego el platillo para el cobro de la jugosa mamandurria.
Las insensateces que ha propalado esta semana revelan que toma a los ciudadanos por estúpidos y pretende hacerles comulgar con sus torticeras ruedas de molino.