Este Sant Jordi es igual que todos, pero a la vez diferente a los demás. Es como el río de Heráclito.

Igual en el sentido de que, un año más, la Diada vuelve a ser la fiesta más bonita de Cataluña; las calles se llenan de gente, de libros, de rosas y mucho amor.

Diferente en cuanto que nadie es igual que hace un año, hay nuevos títulos y, en el apartado político, el Govern de Illa quiere acercar esta fiesta a tothom.

En el fondo, esta fiesta siempre ha sido “de tothom”, pese a los intentos nacionalistas y de sus presidentes de convertirla en algo exclusivo de la Cataluña catalana.

Pero Illa y su equipo han querido también apuntarse el tanto con una desnacionalización de la festividad, para que nadie se sienta excluido.

Ese “nadie” hace referencia a independentistas y contrarios, aunque algunos de los primeros están que trinan por darle voz a Javier Cercas en los actos de la Diada.

Ahora bien, ese “tothom” se nos va de las manos. Este año, dada la cercanía de la Semana Santa y del empuje del turismo internacional, Sant Jordi tendrá más visitantes que nunca.

El dispositivo en el paseo de Gràcia y calles aledañas para regular la concurrencia es una muestra más de lo difícil que es poner puertas a la globalización.

Resulta muy complicado y estresante, sobre todo en jornada laborable, pararse a buscar un libro o comprar una rosa entre tanta gente.

Pero no hay nada que Sant Jordi no pueda lograr. Los libreros anunciarán nuevos récords y las rosas se agotarán de nuevo. ¡Que viva este día!