Quizá ni es nuevo ni es innovador, pero la solución a la corriente de malestar que se respira en un barrio concreto de Mataró, el de Cerdanyola, es la vivienda. No es la okupación. La solución no es la okupación. Irrumpir por la fuerza en un piso ajeno no arregla nada, sólo empeora el problema y lo torna asunto penal. 

Las dificultades para acceder a un techo que tienen muchos ciudadanos en Cataluña debe tratar de solventarse con un parque público robusto de vivienda social que ni la región ni el resto de España tienen en estos momentos. 

La dejadez de Governs anteriores han causado que esa red pública de pisos no haya visto jamás la luz. Los Ejecutivos autonómicos previos parecen haber tenido otras prioridades que no son la construcción de un parque sólido que pueda incidir en un mercado que se ha desbocado. 

Ahora, el gabinete del president Salvador Illa ha anunciado que elevará 50.000 unidades hasta el año 2030. Desde Palau confían en un ambicioso plan que prevé una reserva autonómica de suelo y la agilización de los trámites para llegar al objetivo, entre otras medidas. 

Habrá que ver cómo evoluciona la estrategia, pero por lo pronto, se agradece que un Govern haga de la vivienda una prioridad en Cataluña. Porque no pasó con los Ejecutivos regionales anteriores, pese a que sus presidentes hilvanaban discursos grandilocuentes y hacían constantes apelaciones al pueblo

En esa ecuación, claro, tendrán que entrar a empujar el resto de administraciones, así como el sector privado y el social. Deberá ser una coalición amplia y diversa la que trabaje en distintos frentes para llegar a los estándares europeos en la materia. 

La receta es quizá menos plástica que la de la patada en la puerta o el estallido social, pero es la única vía. Planificar, construir y entregar pisos desde la provisión o dirección públicas para la ciudadanía que no se los puede permitir debe ser la senda a seguir para los que creen en el llamado capitalismo de rostro amable.

Todo lo demás son medidas efectistas, revueltas cosméticas o recetas populistas que sólo sirven para el crecimiento político de sus protagonistas. 

Eso es de aplicación en Mataró, Salt o Font de la Pólvora. Todo lo demás no sirve, y es un juego de llaves para hoy y un desalojo y carestía para mañana. O enriquecimiento para algunos actores que se mueven en la sombra.