En estos tiempos, la nueva geopolítica todo lo invade. Momentos de la historia en los que Elon Musk es un señor empresario sin chistera y habano, pero con mucho más peligro que los del topicazo; y que su jefe Donald Trump y sus mariachis están a punto para dar mil y un zarpazos a la conciencia colectiva de la vieja Europa y su Welfare State; momentos, al cabo, de cambio.

Resurgen actividades como las que está desarrollando Criteria. Desde hace apenas un año y un mes, ese holding del grupo Caixa dedicado a la inversión empresarial, está demostrando poderío, puntería y certera actitud inversora que, en conjunto, son la envidia de un capitalismo español que lleva años dormido, contemplativo y con la mirada puesta en el exterior.

Fue el expresidente francés Nicolás Sarkozy el que en 2008, en plena crisis financiera mundial, hiciera un llamamiento generalizado a refundar el capitalismo mundial sobre nuevas bases éticas. Aunque todos aplaudieron el enunciado, nadie, que se sepa, hizo demasiado caso de esa sugerente evocación para reorganizar la economía planetaria.

Ángel Simón Grimaldos lleva apenas desde el 16 de febrero de 2024 al frente de Criteria, poco más de un año. Ese holding se lo inventó su presidente, Isidro Fainé, pero durmió el sueño de los justos mientras estuvo al frente el anterior gestor, Marcelino Armenter. Por cierto, menuda indemnización ha trincado a tenor de su minúsculo legado.

Durante varios ejercicios no sirvió para otra cosa que no fuera una tenedora de acciones que percibía dividendos de sus participadas. Ahora ha salido del letargo y ha comenzado a mostrar que puede resultar una herramienta perfecta para refundar el capitalismo español o catalán. Actúa bajo sus normas y criterios, pero el beneficio no se embalsa en un paraíso fiscal, sino que se transforma en obra social gracias a la Fundació La Caixa.

Criteria ya es un baluarte del Ibex 35. Uno de los mejores, o quizá la mejor obra de orfebrería empresarial de la factoría Caixa. A Fainé no le podía fallar su ojo clínico con el fichaje de Simón el año pasado. Tener un tiburón que sea a la vez quien provee de alimento a los pezqueñines del acuario de la obra social solo podía ser una ocurrencia del veterano banquero.

La entrada en el capital de la alimentaria Europastry y de la metalúrgica Celsa es la prueba del nueve. Criteria es hoy el rey de la industria catalana, el holding donde se estudian todos los dossiers, que tiene la capacidad de evaluar dónde invertir en el momento, hacia dónde avanza la economía catalana y qué debe tenerse en cuenta en Madrid y en los intereses españoles.

Alrededor del CEO han despertado toda una generación de expertos, consultores, analistas y otra gente adormecida o que esperaba destino. Y todo ello desde Barcelona, sin complejos con Madrid, pero con la mirada puesta en el domicilio social.

En apenas un año, Criteria ha comprado en ACS, Inmobiliaria Colonial, Telefónica, Veolia, Puig… además de controlar Caixabank, Naturgy y otras participaciones de carácter estratégico para la holding, pero también para la economía del país. El resultado de esas compras ha elevado los beneficios del 2024 en un 30%, hasta los 1.061 millones de euros.

Desde los tiempos de los tecnócratas del franquismo, pasando por los consejeros pujolianos (Antoni Subirà, Macià Alavedra) y algún economista despistado como Michael E. Porter (el creador de la teoría de los clústeres aplicados al desarrollo regional) nadie había recuperado el concepto de reindustrialización en Cataluña. De hecho, el Gobierno de Salvador Illa no tiene una consejería de Industria como sí las hubo antaño; ahora es de Empresa.

Que la industria tenga un peso específico notable en el PIB de cualquier territorio es un síntoma de equilibrio económico. Los servicios y el turismo no pueden ser un todo sobre el que sustentar el progreso de los territorios. Puede ser efímero o poco estructural y, además, justo en valor añadido.

Cataluña tuvo una importancia industrial de primer orden que en las últimas décadas ha desaparecido. Las colonias textiles que aún pueden apreciarse en las cuencas de algunos ríos catalanes son una muestra de un pasado esplendoroso del que no han permanecido más que la evocación y el recuerdo.

Criteria es hoy un gigante financiero poderoso con suficientes tentáculos para convertirse en un agente defensor de la industria española en general y catalana en particular.

La mayoría de grandes grupos industriales del país van pasando a manos de fondos de inversión u otros instrumentos financieros que erosionan la identidad original de las fábricas productoras.

Por eso disponer de un grupo dispuesto a jugar esa partida como socio inversor y a unos directivos al frente con suficiente sensibilidad sobre esa materia es un privilegio que tanto el Ejecutivo autonómico como la sociedad civil deben garantizar en su continuidad.

Criteria es hoy lo más parecido a una auténtica consejería o un ministerio de Industria de un país. Y sus últimas actuaciones demuestran que en la dupla Fainé-Simón conviven convencidos seguidores del Sarkozy que clamaba por un capitalismo ético.