Desde 1985 y hasta 1999, Eri Nemoto trabajó para el Gobierno de Cataluña. Era la directora de la Oficina de Promoción de Inversiones. Cuando fue descubierta y unos años más tarde dejó la Generalitat para irse a Madrid a prestar servicio al Ejecutivo español, lo hizo como directora de inversiones de la SEPI, entre 1999 y 2004.

Regresó a Cataluña y dirigió durante un par de años la empresa autonómica Eplicsa para pasar de manera definitiva el sector privado. Primero, durante cuatro años, esta directiva de origen oriental llevó la compañía Mixta África (filial de Renta Corporación), donde el malogrado Josep Piqué había tenido mucho que ver. Fue él quien la propuso como CEO de la empresa. Su estancia fue breve. El lugar en el que mayor tiempo ha recalado Nemoto es Baker & McKenzie, allí ejerce la función de directora de estrategia desde hace más de 17 años.

La japonesa Nemoto (Tokio, 1961) fue el brazo armado de Jordi Pujol. La joven abogada acompañó al expresidente en sus misiones empresariales por Asia y consiguió atraer un buen número de inversiones para Cataluña. Recordemos la importancia solo citando las marcas: Pionner, Panasonic, Samsung, Yamaha, Sanyo o Sony, entre otras. 

Todas ellas invirtieron en Cataluña, todas ellas construyeron sus centros fabriles y, curioso, como si actuaran coordinadas, decidieron largarse de igual manera. Hace años que ninguna de ellas produce aquí, pero casi todas dejaron un buen departamento comercial con el que atender el mercado de la Península Ibérica o del sur de Europa.

Pujol y Nemoto fueron unos visionarios en su día. Supieron captar aquellas inversiones creadoras de empleo y de valor añadido, con proveedores y servicios locales, hasta que se fastidió el invento y todas decidieron replegarse hasta su origen. La directiva de Baker & McKenzie en Barcelona dijo a principios de 2011 en el diario económico Expansión que los gobiernos deben interpretar las señales que emiten las multinacionales cuando de forma coordinada toman decisiones. ¿Señales? En efecto, fue el término que utilizó. 

Nemoto hablaba de la judicialización del mercado laboral, que es al final donde se resuelven las diferencias del ámbito del trabajo; también se refirió a la falta de competitividad por el exceso de burocracia y regulación; así como los problemas de financiación de las empresas y el encarecimiento del suelo industrial por los consecutivos booms inmobiliarios vividos en Cataluña. No se hizo caso y así nos fue. 

Aquellas inversiones, hoy inexistentes, hicieron mucho bien. Eran tiempos en los que Cataluña lideraba de forma desacomplejada la industria española y era un polo de desarrollo europeo envidiado por franceses y alemanes que veían con asombro su internacionalización. El nuevo responsable del área de los negocios productivos en el gobierno de la Generalitat, el consejero de Empresa y Trabajo de la Generalitat, Miquel Sàmper, quiere desarrollar un largo road show por donde quieran escucharle para explicar que la autonomía catalana no es un lugar peligroso para instalar una actividad empresarial, que cuenta con toda la seguridad jurídica posible y que además tiene servicios y un contexto de apoyo logístico, comercial y de mercado de primer nivel.

Sàmper quiere emular el espíritu Nemoto. Primero en España y justo detrás de las visitas que realiza el presidente catalán, Salvador Illa, para congraciarse con territorios que durante unos años nos han mirado mal. Hay que convencer al resto de administraciones autonómicas de la idoneidad del espacio catalán para lanzar proyectos, para hacer negocios, para hablar de lo divino y de lo humano. Ya no quedan quema contenedores en el horizonte inmediato y algunos hiperventilados están purgando sus excesos. Hay que hablar de indicadores positivos, de lo bien que va la macroeconomía y de la buena pinta de los medidores microeconómicos. El consejero está dispuesto a llevar ese mensaje a cualquier rincón.

Además, y gracias al ente público Acció, empieza con algunas misiones empresariales. Una de ellas, a China, recuperando el interés por un mercado y un socio inversor indiscutible. Es, de hecho, sin que muchos de los actuales integrantes del Ejecutivo actual lo sepan, retomar no una actuación política, sino la agudeza de una técnica de la administración pública. Es el espíritu Nemoto, del que Pujol tanto se benefició y que tantos frutos dio durante décadas. Bienvenido sea ese aliento en el nuevo Ejecutivo de Illa.