Hay cosas que no varían en Cataluña ni con el cambio de color del Govern. Y una de ellas es la obsesión que tienen unos y otros por proteger el catalán –en detrimento del castellano–, esa lengua que, pese a ser una de las 100 más habladas del mundo, parece que está herida de muerte por tener la mala pata de convivir con el español. Es más: en apenas un mes, el PSC ya ha hecho más por la llengua que sus predecesores independentistas. Llamativo.
Solo en las últimas horas, el Govern de Illa, ese a que algunos acusan de ser el más españolista de la historia, ha firmado un convenio con el Gobierno que permitirá que las leyes orgánicas y ordinarias estatales, los reales decretos ley y los legislativos y las disposiciones generales estatales salgan publicadas en catalán en el Boletín Oficial del Estado (BOE). ¿Necesidad? Ninguna. ¿Quién consulta el BOE? ¿Compensa pagar la traducción? Es evidente que no. Gesto de cara a la galería.
Pero también el martes, el Departamento de Política Lingüística presentó un informe que recoge que hay “recorrido de mejora” en el uso social del catalán en ámbitos como el educativo, el laboral y el institucional. A ello hay que añadir las recientes declaraciones de la consellera de Educación, Esther Niubó –la misma que acepta y propaga la manipulación de la historia de Cataluña– acerca de este idioma: "El catalán es la lengua propia, la vehicular, y la debemos defender y promover". ¿Y el castellano? ¿No hay que defenderlo ni promoverlo? ¿No quedamos en que gobernamos para todos los catalanes? Con esas políticas, deslizan que el español es un idioma de segunda, pues se aprende en la calle, frente al catalán, culto.
El catalán es el arma de los nacionalistas en torno a la que construyen su relato. Saben que es el principal hecho diferencial para con el resto de los españoles, y lo explotan hasta la saciedad tirando de victimismo. No, el catalán no se muere. Sí, hay que protegerlo. Pero como el castellano. Nada de imposiciones. Practicidad, sentido común y productos de calidad que ayuden a mantener viva la lengua. Pero parece que el PSC no solo asume el relato independentista en este asunto, sino que lo aplica como nadie.