La nueva consellera de Educación arranca la legislatura con una manipulación de la historia de Cataluña y con el encargo de blindar el monolingüismo en la escuela. No está mal.
El pasado 12 de agosto, Esther Niubó Cidoncha (Barcelona, 1980) celebró en las redes sociales su nombramiento “como titular del Departamento de Educación y Formación Profesional” del Govern del “133º presidente de la Generalitat”, Salvador Illa. No ha habido tantos presidents, ni muchísimo menos. Y la consellera debería saberlo.
Basta con mirar la Galeria de presidents de la página web del Govern para percibir que algo no cuadra en el relato nacionalista, aceptado por los socialistas. Allí, solo aparecen 12 nombres: desde Francesc Macià –al que, eso sí, se presenta como 122º president y “restaurador de la Generalitat moderna”–, hasta Illa –el 133º–.
¿Por qué no salen los 121 nombres anteriores? Pues porque no eran presidentes de la Generalitat, sino cargos eclesiásticos con poder administrativo en la Corona de Aragón. Todo forma parte del relato. Porque el nacionalismo quiere imponer su historia, esa que dice que la Generalitat ya existía en 1359. No es cierto. Aquello se conocía como Diputación del General –había una en cada territorio de la Corona–, y dependía de las Cortes Generales.
Esa Diputación del General quedó abolida en el siglo XVIII, con el Decreto de Nueva Planta, mientras que la Generalitat actual tardó más de un siglo en florecer. Fue en 1931 cuando se convirtió en entidad de autogobierno de Cataluña, aunque poco duró, pues la dictadura acabó con la institución… hasta que Adolfo Suárez, presidente del Gobierno, y Josep Tarradellas, president en el exilio, la restablecieron en 1977, en la España predemocrática.
Todo eso debería conocerlo la consellera Niubó y procurar que la historia se cuente como es debido en las escuelas. Ya sea por ignorancia, por convicción o por interés, la manipulación de este calibre no debería tener lugar en la Generalitat, mucho menos si quien gobierna es el PSC.
Pero, aparte del apunte histórico, Niubó será la encargada de vigilar que el catalán sea la “lengua vehicular y de aprendizaje en el sistema educativo y en la acogida del alumnado” llegado de otras partes de España y del mundo. Así lo acordaron el PSC y ERC, entre otros puntos, en el pacto para investir a Salvador Illa. Aunque el documento no es muy claro, lo que rezuma es el mantenimiento de la imposición de la lengua catalana en la enseñanza, relegando el castellano a una asignatura, y desoyendo las sentencias judiciales que protegen un bilingüismo razonable en la escuela, igual que ha hecho el independentismo (con la connivencia de PSC/PSOE y PP, por cierto).