Las empresas, siempre que respeten la normativa vigente, tienen derecho a hacer negocio donde les plazca. Pueden arriesgar aquí o allí sin cortapisa alguna -o deberían poder hacerlo- salvo por el marco normativo de aplicación, que suele ser la legalidad y cierto retorno social, el compromiso con la comunidad en la que operan.
En este marco es interesante analizar el papel de Smart Rooms, matriz de la hotelera Yurbban. Cadena de la familia Serra que tiene un puesto en forma de vocalía en el comité ejecutivo del Gremi d'Hotels de Barcelona.
Hace unos años, la firma apostó por Colombia. Hasta aquí, todo bien. Desde Barcelona, en España, decidió crecer en el país suramericano con una propuesta de colivings universitarios que extendía una operativa bien asentada -y respetada- en nuestro país, donde operan marcas dedicadas íntegramente al leisure como la propia Yurbban o Umma Suites.
Pero en algún momento, los Serra se equivocaron de socio. Eligieron a directivos del entorno de Xavier Vendrell, el vaporoso independentista que fue uno de los cerebros del Tsunami Democràtic en Cataluña. Y sí, erraron. El socio resultó ser tóxico, al menos desde el punto de vista reputacional.
Máxime cuando se ha conocido que su partner cultivaba una peligrosísima -por el riesgo de rebasar la barrera del tráfico de influencias- relación con Gustavo Petro, exalcalde de Bogotá, capital de Colombia, y ahora presidente del país por medio de la plataforma Colombia Humana.
Como decíamos, toda empresa, si respeta la ley, puede operar donde le plazca. Si se moja y ofrece cierto retorno y/o compromiso social para con la comunidad, mejor. Es el llamado capitalismo de rostro humano, teorizado por, entre otros, Thomas Piketty.
En el caso de la hotelera catalana, no ha sido así. Entró en Colombia, y nos lo contó a los medios. Bien. Muchos le desearon suerte, como no podría ser de otra manera.
Pero es que ahora se conocen el fracaso de su modelo de coliving -algo que puede pasar, y no ocurre nada- y sus amistades peligrosas. Algo que también puede pasar, pero sobre lo que debería hacer propósito de enmienda.
Porque lo que está trascendiendo de la galaxia Vendrell-Manuel Grau de Colombia no apunta a nada bueno. La permeabilidad empresa-Gobierno no es que haya existido, es que, según lo publicado por algunos medios, fue pornográfica.
¿Recibió la Torre Barcelona donde opera el coliving de Yurbban en Bogotá un trato de favor urbanístico, como denuncian algunas voces? ¿Qué relación tiene con los negocios de BEG, la consultora de Vendrell, si es que la tiene? ¿Por qué Grau salió de los órganos registrales de Smart Rooms en julio, tras aflorar la polémica? ¿Por qué Grau presumía de tener llegada a Petro para conseguir la licencias del proyecto?
¿Por qué Smart Rooms en Colombia apenas tiene activos? ¿Por qué desvió fondos fuera del trust que creó para los inversores? ¿Por qué amenazan a los críticos con querellas? ¿Qué tiene que decir Smart Room de que su socio prepare comandos electorales y universitarios similares a los CDR en Colombia? ¿Qué cobra el socio de la hotelera, si es que lo hace, del Gobierno de Petro?
Son cuestiones que quedan por responder. Y mientras queden sin contestar, mientras no haya un plus de transparencia, habrá un colombiano en el Gremi d'Hotels a quien mucha gente seguirá de cerca.