La gestión del jefe de Mossos debería ser (casi) imparcial. Y el proceso de selección para elegir tamaño cargo policial, también. O, por lo menos, tender a la imparcialidad, orillando al máximo la politización y el sesgo que toda organización compleja, instituciones y empresas, pueden llegar a tener. Los principios que rigen cualquier elección de funcionarios en España también deberían ser de aplicación en el caso de la designación del nuevo jefe de los Mossos d'Esquadra.
Y, aunque sea un perogrullo, debería repetirse una y otra vez. Lo han dicho los sindicatos policiales, comenzando por SAP-Fepol, que "dudan" de la ecuanimidad de la convocatoria en curso. ERC, que en otros departamentos ha dejado el listón de la gestión a un nivel razonable, en Interior se ha enmarañado con la cuestión de la cúpula policial.
Sombras de elección parcial se han situado subrepticiamente sobre la elección del nuevo jefe del cuerpo de seguridad autonómico, y ello no beneficia a nadie. Los primeros perjudicados son los agentes de a pie.
Huelga decir que los procesos para nombrar a los máximos estamentos de cualquier fuerza pública raramente son impolutos. Subyacen dudas, preguntas, fricciones y, a veces, antipatías. Pasa también con dos cuerpos policiales tan diferentes en su tamaño y competencias: en la Guardia Urbana de Barcelona, o en la Guardia Civil.
No hay solución perfecta ni contratación inmaculada, pero se debería tender a la imparcialidad, tanto en el proceso como en la gestión posterior del elegido o elegida. Recorrer tanto como se pueda la senda de la neutralidad genera confianza ciudadana y un espacio más amable para el trabajo policial.
Lo contrario, las cuitas, las luchas de palacio y la conspiración son la antesala de lo contrario: la desconfianza y la desafección.
Cabría tenerlo presente en el frontispicio de todos los análisis cuando mañana se entreviste a los dos candidatos a major del cuerpo. Y en los nombramientos que vengan en un futuro. En tiempos de policías patrióticas de todo tipo y banderas, no hay mejor favor a la policía catalana que su máximo mando haya sido elegido de forma objetiva, y que gestione pegado a la rectitud.