El president, Pere Aragonès, dio ayer una lección de postureo barato al pronunciar su tradicional discurso navideño desde un antiguo depósito de agua –por eso de que el Govern está muy comprometido con la sequía, algo que no coincide con la realidad, pero bueno–, a pesar de que la mención a la escasez de lluvias no figuró como su máxima prioridad. Tampoco la educación, a pesar de los problemas de comprensión lectora que tienen los catalanes –¿o la culpa del descenso de las calificaciones es de los inmigrantes, como sugirió Educación?–. De nuevo, lo primero es la independencia.
El referéndum, el traspaso de Rodalies, la aprobación de la amnistía, la cuestión lingüística y las intenciones de negociar una “financiación singular” para Cataluña son los primeros asuntos que figuran en la lista a los Reyes de Aragonès. Por el contrario, la sequía y la educación, dijo, son cosa de todos, que tenemos que hacer un esfuerzo extra mientras los políticos electos se dedican a abrir embajaditas urbi et orbi, entre otras formas de dilapidar los numerosos impuestos que nos cobran, pese a que la falta de dinero siempre es culpa de Madrid.
Es curioso porque, hace apenas dos días, era el mismo Aragonès el que despreciaba el impecable discurso de Nochebuena del Rey por considerarlo “nacionalista español” y no ir dirigido a todos los españoles, incluidos los independentistas. Pues resulta que el mensaje del president fue ultranacionalista catalán y dejó al margen a más de la mitad de la población de Cataluña con expresiones como que el catalán es “nuestra lengua”, la de todos los catalanes, cuando sabe –o debería saber– que no es así. En efecto, muchos catalanes no se sienten representados por sus ideas, por más que los meta a todos en el mismo saco.
Y es que el discurso de Aragonès era totalmente innecesario y se lo podía haber ahorrado, parafraseando al secretario general de Junts, Jordi Turull, en su comentario sobre el mensaje de Felipe VI. A fin de cuentas, el president quiso hacer una valoración de su obra de gobierno, pero no aportó nada nuevo, y metió con calzador todas sus reivindicaciones separatistas. Estamos tan cansados de escucharle cada día decir lo mismo que no hacía falta que lo repitiese en Sant Esteve.
Más aún –y eso que no ha sido su comparecencia más radical–, su mensaje lo que hace es alejar más a la ciudadanía de la Generalitat. Pero, como dijo la presidenta del Parlament, Anna Erra (Junts), sobre el discurso del Rey, palabras que se pueden utilizar para la declaración de Aragonès, “nunca falla” en su voluntad de anteponer la independencia, la división de España y de los catalanes, una muestra de la lejanía de la institución que representa para con muchos ciudadanos. Ojalá algún día lo quieran entender. Feliz 2024.