El desalojo de las casas okupa de El Kubo y La Ruïna del barrio de la Bonanova de Barcelona tiene factor sorpresa. Es lo que se maneja en sectores policiales, donde se estima que el vaciado de los dos inmuebles, ordenado por mandato judicial, puede completarse hoy o suspenderse por motivos operativos o de seguridad. Es una incógnita, una sorpresa.
Pase lo que pase, hay dos hechos factuales. Uno, los Mossos d'Esquadra, la policía autonómica de Cataluña, se someten a partir de hoy a otro examen. Puede no ocurrir nada, o pueden desencadenarse "fuertes incidentes", siguiendo una de las tesis que baraja Información de la Guardia Urbana de Barcelona, que ha blindado comisarías y edificios en previsión de algaradas. Y no sólo hoy, sino a partir de hoy y durante varios días. En este marco, la actuación policial de Mossos se someterá al escrutinio público no sólo de los medios de comunicación y el control político del Parlament, sino también al avispado ojo de X -antes Twitter- y los vídeos en las redes sociales del mal llamado citizen journalism.
Pero eso sí: Mossos llegará a este examen, el enésimo, con los deberes hechos. Son una policía moderna y democrática, al contrario de lo que algunos deslizaron en torno a 2017. Sobre ellos ha caído el marrón de ejecutar un desalojo complejísimo, con un grupúsculo radical sin apenas apoyo ciudadano atrincherado en dos edificios tomados a la fuerza. El boleto que ha caído sobre la policía catalana es de órdago, y muchos políticos y electos de los que saldrán a fiscalizar la operación policial a partir de hoy, hasta ayer callaban. El silencio de algunas administraciones ha sido clamoroso: El Kubo y La Ruïna son una papeleta que nadie quiere porque su coste político podría tornarse elevado si hay violencia. Y cuando nadie está, suelen estar los Mossos.
Cataluña es tierra de exámenes a posteriori, y esta vez pasará lo mismo. Pero convendría partir de dos máximas: el desalojo cuenta con orden judicial, y quien lo ejecute no lo está teniendo nada fácil.
El otro hecho factual, pase lo que pase hoy, es que Desokupa y Dani Esteve han perdido. La empresa antiallanamientos anunció de viva voz que desalojaría los edificios justo antes de las elecciones municipales. La charlotada de Desokupa, que no desalojó nada y se dedicó al márketing, costó una fortuna en un macrodispositivo policial. Eso sí, Esteve y los suyos se llevaron la notoriedad. Quizá ello le servirá para afianzar aún más su negocio.
Pero el exboxeador topó contra una fría realidad: en España no impera la ley de la selva. La justicia y el Estado funcionan, aunque lentos. Uno no puede tomarse la justicia por su mano, y cualquier operativo, también un desalojo, debe contar con las garantías procesales adecuadas. No vale anunciar en YouTube que se echará a alguien si no se cuentan con las competencias. Salvo que sea una mera photo opportunity, que es lo que pasó en la Bonanova en mayo.
Hoy Esteve y Desokupa no estarán, porque sí estarán los Mossos. Los que siempre están cuando todo el mundo calla y mira para otro lado. Conviene recordarlo cuando se les someta al examen que están a punto de pasar.