Los correbous tienen los días contados en Cataluña. O eso queremos creer. El Parlament aprobó hace unos días una iniciativa de los comunes que insta a poner fin a las modalidades más crueles de estas corridas que algunos todavía se empeñan en tildar de tradición. No sé a quién le puede divertir ver a un toro sufrir cuando le colocan fuego en los cuernos o cuando se le echa a correr por las calles con una soga en la cabeza. Una celebración más propia del Medievo que del siglo XXI.

Si bien es un paso adelante el hecho de que la Cámara catalana saque adelante la propuesta --a la espera de que la apruebe el pleno--, merece mención que algunos partidos apostaron por la equidistancia. No querían mojarse en un asunto que les quita o les da votos en los territorios con más fervor taurino.  

No hay duda de que se trata de un debate peliagudo, especialmente, entre las filas de Junts y Esquerra Republicana, que ostentan varias alcaldías en Terres de l’Ebre, donde suelen ser más habituales este tipo de festejos. Por eso, ambas formaciones se abstuvieron y dieron vía libre a sus diputados para que votaran lo que les viniera en gana.

Más criticable fue la actitud de algunos dirigentes de la derecha que se mostraron en contra de prohibir este tipo de actos contra los animales. Las bancadas de PP, Ciudadanos y Vox cargaron contra la propuesta al verla como un “enésimo intento de la izquierda en ir contra el mundo rural”, dijo un diputado de ultraderecha.

Pero, si hay unas palabras que claman el cielo, son las del alcalde de la Ràpita, Xavier Reverté --conocido popularmente como Xapo--, que comparó los bous a la mar con los perros que se bañan en sus playas. “También tenemos una ordenanza de perros al agua. Y los perros van igual. Si una vaca no sabe nadar dirías que no sabe nadar, pero no es el problema. El animal sale, corre, lo torean y realmente los toros se han creado para eso”, dijo en una entrevista en Cafè d'idees de Ràdio 4 y La 2. Poco más que añadir.

Es evidente que este tipo de discusiones siempre son polémicas. Y entiendo, también, a las personas que han crecido con esas costumbres. Pero en una sociedad moderna hay que tomar decisiones valientes e incluso arriesgadas, aunque a algunos les cueste digerirlas. Hace 13 años, el Parlament de Cataluña aprobó el fin de las corridas de toros, aunque no de los correbous. Nunca es tarde si la dicha es buena, por eso ha llegado el momento de evolucionar y dar un paso más, como se ha hecho con la Ley del Bienestar Animal del Gobierno de España.

Sobre todo, si queremos que las nuevas generaciones crezcan en una sociedad más justa y basada en el respeto. También a los animales. Por suerte, Cataluña tiene muchas tradiciones y fiestas emblemáticas, y no necesitamos los correbous para reafirmarnos en nuestra identidad. Porque es maltrato, animal.