Pedro Sánchez es un político de manual: crea problemas donde no los hay para después resolverlos y colgarse una medalla o, directamente, genera un conflicto mayor para olvidar el anterior. “¡Que hablen de mí, aunque sea mal!”, debe mascullar cada noche antes de caer en los brazos de Morfeo. El asunto de la amnistía es su última apuesta –¿no es absurdo y hasta surrealista que Junts tenga la llave del Gobierno?–. Pero como el demente (La Demencia es la afición de Estudiantes) no da puntada sin hilo, seguro que en sus momentos de elucubración se le ocurrió el zarandeo que supondría el olvido y perdón del procés para quienes aportaron dinerito para la noble causa.
Fueron muchos los fieles que se rascaron sus bolsillos y buscaron calerons entre las rendijas del sofá, entre migas, pelusas y otros restos, para ayudar a los pobres mártires que les habían prometido la independencia y que comenzaron a desfilar por los juzgados por ello. De este modo, las cajas de resistencia y solidaridad se llenaron, cuales gorrinos de arcilla, céntimo a céntimo, aportación a aportación, limosna a limosna. ¿Recuerdan a los dirigentes de la ANC y de ERC pidiendo dinero para la causa durante el duro confinamiento, mientras muchos compatriotas morían o, en el mejor de los casos, perdían sus trabajos? Yo sí. Pero, claro, lo primero es lo primero.
Ahora bien, si se aprueba esta infame amnistía, los responsables de estas huchas solidarias han dicho que deberán devolver el dinero a los ciudadanos, pues lo contrario sería una “injusticia”. Es obvio: si no hay ninguna causa, tampoco hay que pagar a los abogados ni cubrir las fianzas, ni nada de nada, por lo que esos euros deberían volver a las manos de sus legítimos propietarios. Bien es cierto que, para que eso ocurra, ese dineral antes debe regresar a esas cajas de solidaridad (reunieron varios millones de euros), pero ¿quién lo tiene? Si se refieren a las fianzas, es lógico, pero ¿y si son los letrados los que deben reingresar los honorarios de unos trabajos que nunca hubieran tenido que realizar? Lío a la vista.
Llegados a este punto, hay algunas opciones. La mejor para todos, posiblemente, es que los correligionarios nacionalistas hagan como antaño hicieron los socios y aficionados del Barça que ayudaron a construir el Camp Nou a base de bonos que, en muchos casos, nunca quisieron cobrar. En realidad, será más jaleo devolver dos euros al senyor Josep y 20, a la senyora Maria que olvidarse de ese dinero. Otra alternativa pasa por crear una nueva caja de solidaridad para los afectados por la caja de solidaridad, lo que convierte el asunto en una especie de lo que en economía se conoce como esquema piramidal. Peligroso.
A mí, lo que hagan o dejen de hacer con la caja de solidaridad me importa más bien poco. Me conformo con lo básico: primero, con que no acabe pagando con mis impuestos esta amnistía, pues se supone que los encausados podrán reclamarle al Estado un dineral por los castigos que nunca hubieron de sufrir; segundo, que la Administración gestione bien el dinero de todos y se deje de asesores, pseudoembajadas, sueldos vitalicios, etcétera. Aunque, sea como sea, y parafraseando al defenestrado Luis Rubiales, Pedro Sánchez, “eres un crack”. La puedes volver a liar muy gorda en distintos frentes, y es posible que vuelvas a salir a flote. Hay que ver cómo sois de especiales los nacidos el 29 de febrero.