Cataluña ya tiene más perros que niños. Así lo demuestra el último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE), que dice que la comunidad cuenta con 1.254.211 canes frente a 1.139.260 menores de 14 años. Y la verdad es que no me extraña, teniendo en cuenta que traer un niño al mundo es hoy un deporte de riesgo.

Además, de estos datos hay quienes extraemos otra conclusión. Por fin, cada vez más mujeres se rebelan contra el (impuesto) instinto maternal. Una suerte de reloj biológico inventado por parte de aquellos que se empeñan en seguir las leyes de la naturaleza frente a las de una misma. Afortunadamente, las mujeres hemos dejado de escuchar de puertas para afuera para escucharnos a nosotras mismas y decidir si ser madre es uno de los sueños de nuestra vida o si el sueño es viajar a Disneyland París... pero sin niños.

Y es que no es oro todo lo que reluce. En los últimos años, la maternidad ha dejado de ser tan ideal como la pintaban antes, y han alzado la voz muchas mujeres que, tras dar a luz, reconocen que sus vidas han cambiado. También hay otras que, con la boca pequeña y sin que nadie las escuche, aseguran que si pudieran volver atrás se lo pensarían un poco mejor.

Pero, pese a tener las ideas claras, todavía hay quienes se empeñan en infantilizar la figura de la mujer y hacernos creer que no queremos ser madres porque “no estamos preparadas” o porque “nuestra mentalidad todavía no ha cambiado”. Como si ser madre fuese un proceso innato. Con 25, con 30 o con 35, siempre están los que te preguntan si la razón de que no quieras traer un niño al mundo es el miedo. O lo que es peor: si no deberías traerlo para no estar sola el día de mañana. Como si tener hijos garantizase una familia unida de por vida…

Negar que ser madre es una bonita experiencia es negar la realidad. Pero obviar la otra cara de la maternidad también lo es. Ser madre no debería ser el objetivo de las mujeres, sino un deseo. En cambio, los datos del INE también evidencian que, probablemente, muchas mujeres que querrían ser madres no pueden dar ese paso crucial en sus vidas. Las razones son múltiples, y abarcan desde cuestiones socioeconómicas hasta las dificultades para conciliar, sin que las Administraciones y la sociedad en su conjunto estén mostrando la capacidad para adaptarse a los nuevos retos de hoy.

Con este panorama, a quién puede extrañarle que, para muchas parejas, los perros sean los nuevos hijos.